miércoles, 17 de abril de 2019

Falta de criterio

En el ámbito de la Liturgia, además de "lo permitido y lo prohibido" -como se titulaba un capitulo de un famoso libro sobre teología y pastoral litúrgica- existe una amplia gama de cuestiones que se dejan al criterio del Celebrante y de los demás ministros.

Un ejemplo de esto se da en la Semana Santa, cuando se proponen dos versiones de la Pasión que se lee el Domingo de Ramos: la versión completa y la versión breve.

Lamentablemente, el único criterio que suele guiar la elección es la brevedad: por ello se elige mayoritariamente la versión breve (que, dicho sea de paso, es demasiado breve...). Por cierto, suponer que la gente se cansa o se aburre de escuchar la Pasión de Jesús en su versión completa es menospreciar al Pueblo de Dios (como lamentablemente suele hacerse).

Sin embargo, hace unos años, en el Domingo de Ramos, en una parroquia de Buenos Aires ocurrió algo aun más grave.

Un grupo de jóvenes había organizado una representación de la Pasión, para ser presentada en el atrio del templo después de la última misa del domingo. Trabajaron en la preparación de esta representación con gran responsabilidad y entusiasmo, interesando a muchos miembros de la comunidad para que participaran de diversas maneras. Esta representación viviente de distintas escenas de la Pasión, como queda dicho, iba a tener lugar después de la última misa del Domingo de Ramos. Pero en esa misa, el sacerdote ordenó omitir la lectura de la Pasión (que es el Evangelio del día) con el argumento de que la Pasión iba a ser representada en la puerta al finalizar la celebración litúrgica.

¡Qué terrible falta de criterio supone una determinación así! Ante todo, se omite la proclamación del Evangelio, lo cual es gravísimo; se altera la dinámica de la celebración, desequilibrándola; y todo ello con un argumento que supone, ingenuamente, que toda la feligresía que participa de la misa se quedará después para ver la obra.

Y aun si así fuera, ¿no hemos comprendido todavía que la Palabra de Dios es "viva y eficaz" y que debemos venerarla como al Cuerpo de Cristo, aunque con diferente culto? ¿No advertimos que la sola proclamación de la Pasión -en el marco, además, del Domingo de Ramos- tiene una fuerza extraordinaria?

Más respeto por la Palabra de Dios; más respeto por los fieles; más respeto por las normas de la Iglesia... ¿Es mucho pedir? 

Compartimos estas reflexiones en una nueva Semana Santa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario