miércoles, 1 de mayo de 2019

La santidad está en los detalles

En su blog Shouts in the Piazza (ya desaparecido) el padre Selvester publicó en su momento este artículo, que hemos traducido (aproximadamente) del inglés. Se titula "Manejando con una vela - o qué pasa cuando no tienes Vigilia Pascual en tu propia iglesia". La anécdota pone de manifiesto una extraordinaria fe y una gran piedad, bienes casi en extinción en nuestros tiempos. Este es el texto:

«Mi trabajo actual en el Santuario del Santísimo Sacramento en Raritan, Nueva Jersey, presenta algunos desafíos interesantes. El Santuario no es una iglesia parroquial. No hay ninguna comunidad estable vinculada a él. Por el contrario, existe como un lugar de oración y adoración para todas las personas de la diócesis. Dado que el Obispo prefiere, con razón, que los sacramentos de la iniciación cristiana se celebren en la propia parroquia, no tengo Bautismos, Confirmaciones o Primeras Comuniones en el santuario. Tampoco tenemos bodas o funerales, excepto en determinadas circunstancias en que el obispo concede el permiso para ello. Por lo general, en el Santuario sólo hay misas y confesiones. Inclusive hay sólo una misa dominical, que se celebra en la Forma Extraordinaria del Rito Romano. Por lo tanto, con frecuencia yo ayudo en otras parroquias los fines de semana.

Toda esta información es para ayudarle a ver por qué no hubo Vigilia Pascual en el Santuario. No tenemos misas de sábado por la noche; no tenemos ninguna comunidad estable; no celebramos los sacramentos de la iniciación cristiana en el Santuario. Por lo tanto, a pesar de haber tenido la misa de la Cena del Señor y la liturgia solemne de la Pasión del Señor, se decidió no celebrar la Vigilia. En lugar de ello, concelebré la Vigilia en una de las parroquias donde ayudo con más frecuencia.

No obstante, sí tenemos un Cirio Pascual en el Santuario. Siendo purista como soy, pensé que sería agradable que la luz de nuestras lámparas en el Santuario proviniera del fuego nuevo que se bendice en la noche pascual. De esta forma, al menos directamente el Domingo de Pascua, nuestro Cirio sería también iluminado con el fuego nuevo. Pues bien, esto es más fácil decirlo que hacerlo. Preocupado de que alguien apagaría el Cirio Pascual inmediatamente después de que terminara la Vigilia, tomé primero el fuego nuevo (después de la renovación de las promesas bautismales) en la sacristía y encendí con él una vela votiva. Tuve que ponerla en algún lugar donde alguna persona fastidiosa (¡como yo!) no fuera a soplarlo. Todo marchó bien hasta el final de la Vigilia. Estaba a punto de salir, cuando alguien golpeó mi mano y la cera fundida extinguió la llama de la vela. Afortunadamente, uno de los servidores ya había iluminado la lámpara del Santísimo con el fuego nuevo. Muy amablemente ofreció volver a subir la escalera y encender nuevamente mi vela con la luz de la lámpara del Santísimo. A continuación, cautelosamente caminé a mi coche y coloqué la vela en el apoyavasos situado al lado del asiento del conductor.




A continuación, comenzó un viaje en coche de 20 minutos, en el que tuve que ser muy cuidadoso de no abrir una ventanilla, no utilizar los orificios de ventilación del coche ni encender el aire acondicionado. También conduje lentamente, para que no hubiera golpes bruscos que hicieran que la llama se apagara de nuevo. Finalmente al llegar con el coche a mi casa, ya en mi iglesia, encendí con el fuego nuevo las luces de Santísimo (hay tres), así como varias velas votivas. ¡Éxito!

Por lo tanto, al día siguiente pude explicar a los fieles de la misa de las 11 que nuestras lámparas se habían encendido con la luz que provenía de la “columna que encendió el rutilante fuego para gloria de Dios”, y compartir de ese modo la luz que siempre disipa la oscuridad. También agradecí a Dios no haber tenido problemas o accidentes en mi coche, ¡porque realmente no sé cómo le hubiera explicado a un oficial de policía qué estaba haciendo con una vela encendida dentro de mi coche!»

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