miércoles, 27 de noviembre de 2019

San Andrés

Muchos títulos justifican la extraordinaria devoción de que, desde tiempos muy antiguos, es objeto San Andrés, tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. En efecto, es “el primer llamado” (en griego “Protocleto”) por Jesús al ministerio apostólico, y hermano carnal de Pedro, a quien introdujo en el seguimiento de Cristo (cfr. Jn 1, 35-42); además, el haber muerto crucificado, y el amor por la cruz que le atribuye la tradición, lo hacen particularmente cercano al Maestro.



En el Canon Romano ocupa aun hoy el primer lugar después de San Pedro y San Pablo, desde los tiempos de San Gregorio Magno.

La tradición popular, no documentada pero muy antigua, le ha asignado un campo de apostolado en Grecia (si bien hay otras versiones). Habría sido crucificado en Patrás de Acaya alrededor del año 60. La Iglesia de Oriente considera a Andrés como su Cabeza y Fundador.

Los “Hechos de Andrés”, apócrifo de los primeros tiempos cristianos, no sólo nos cuentan con detalle la pasión y la muerte del apóstol, sino que conservan incluso muchas de las palabras que habría dirigido a su juez (el procónsul Egeo o Egeas), al pueblo que contemplaba el suplicio, y a la cruz: «¡Oh cruz, instrumento de salud del Altísimo! ¡Oh cruz, signo de victoria de Cristo sobre sus enemigos! ¡Oh cruz plantada en la tierra y que fructificas en el cielo! ¡Oh nombre de la cruz que abarcas en ti al universo! ¡Salve, cruz, que que has unido al mundo en toda su extensión!».

En la antífona del Benedictus leemos este texto, procedente de la passio latina: «Salve, oh cruz preciosa, recibe al discípulo de aquel que en ti estuvo clavado, Cristo, mi maestro».


El himno de Laudes, «Captátor olim píscium», compuesto por San Pedro Damián en el siglo XI, también recoge el tema de la cruz («Tú, hermano de Pedro, obtuviste su misma muerte, pues la cruz engendró para el Cielo a los que habíais nacido de una misma carne»). Según la tradición, la cruz tenía forma de “X” (“aspada”). Esa cruz no sólo se transformó en su atributo iconográfico principal, sino que es conocida popularmente como “cruz de San Andrés”.


Los restos de San Andrés se veneraron en Constantinopla desde el siglo IV y fueron llevados a Amalfi en el siglo XIII. Su cabeza, llevada a Roma en 1462, fue colocada en la Basílica de San Pedro, pero el papa Pablo VI, como gesto ecuménico, la devolvió a la iglesia greco-ortodoxa en 1964.

El domingo más cercano a la fiesta del "primer llamado" (30 de noviembre) comienza el Adviento. Este año, el 30 de noviembre es sábado y al día siguiente, el domingo que viene, es I Domingo de Adviento.

«Veneremos al apóstol Andrés, grande por su fortaleza, el que primero fue llamado por el Salvador, el hermano del apóstol Pedro. Hoy nos repite él lo que un día dijo a Pedro: ‘Venid, hemos encontrado al deseado de las naciones’»

(Del oficio bizantino de San Andrés, apóstol)

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