Lo conté hace unos días, pero vale la pena reiterarlo:
Yo he escuchado a un sacerdote decir, en una conferencia sobre Liturgia: «A veces creemos que los documentos hay que leerlos para cumplirlos» pero en realidad «lo único que hay que cumplir es el Evangelio, el resto no» (sic). Añadió el sacerdote que la palabra jerarquía es una «mala palabra» (sic) y que por lo tanto «esto» (señalando a un documento de la Iglesia, concretamente la Carta Vicesimus Quintus Annus de S. S. Juan Pablo II) "no nos va a decir cómo debe ser la Liturgia de nuestra parroquia".
Como la charla fue grabada, puedo dar fe de que las frases son textuales.
El sacerdote mencionado ocupó más tarde un cargo de gran importancia en su Congregación. ¿Admitirá como Superior que un hermano suyo se rehúse a la obediencia porque "lo único que hay que cumplir es el Evangelio, el resto no"? Y si un laico se negara a cumplir una indicación suya alegando esta misma frase, ¿admitiría la desobediencia en sus narices?
Sin obediencia -decía Fray Mamerto Esquiú al final de su célebre Sermón de la Constitución- "existen sólo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males". La auténtica obediencia está desapareciendo en la Iglesia. Así nos va.
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