miércoles, 8 de enero de 2025
miércoles, 1 de enero de 2025
Un buen deseo para 2025
Que
la humildad venza a la soberbia
Quela generosidad derrote a la avaricia
Queel entusiasmo venza a la indolencia
Queel compromiso anule la desidia
Quela vocación se convierta en profesión
Quela responsabilidad derrote a la negligencia
Queel amor y la razón se tomen de la mano
para todos nuestros lectores.
Este blog se toma vacaciones hasta el Miércoles de Ceniza.
miércoles, 25 de diciembre de 2024
El odio de la antigua serpiente a los niños
Compartimos hoy una breve nota titulada "Nunca habrá un «niñe» Jesús", de Juan Manuel de Prada, publicada el 1° de enero de 2023 en el diario español ABC.
Nunca habrá un «niñe» Jesús
El odio de la antigua serpiente a los niños no se dirige solo ni principalmente a sus cuerpos, sino también a sus almas.
Una celebración consciente de la Navidad no debe ocultar, sepultados por el almíbar y el ternurismo, sus aspectos más tenebrosos. Chesterton nos advertía que «las campanas que celebran el nacimiento del Niño suenan como cañonazos»; pues, en efecto, aquella noche, en Belén, dio comienzo una guerra sin cuartel que no concluirá hasta que Cristo vuelva. Es una guerra que ya había sido anunciada mucho tiempo antes («Pongo eterna enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya»), pero que no se declara de forma palmaria hasta ese momento vertiginoso en que Dios reafirma su alianza con el hombre asumiendo el cuerpo frágil e inerme de un Niño. Así los niños se convierten en objeto del odio abrasivo de la antigua serpiente, que desde entonces nunca dejará de maquinar el modo de exterminarlos, de profanarlos y degradarlos de las formas más inmundas y aberrantes.
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"Adoración de los pastores" de Luca Giordano (Museo del Louvre) |
Cada vez que un niño es concebido, el palacio de Herodes se tambalea en sus cimientos; cada vez que un niño es alumbrado, Herodes pierde un trozo de su reino; cada vez que un niño se amamanta a los pechos de su madre, Herodes es condenado al destierro. La descendencia de la antigua serpiente no ha parado desde aquella lejana noche de urdir crímenes contra la infancia, crímenes nefandos que maten sus cuerpos pero sobre todo sus almas. Así, la descendencia de la antigua serpiente convirtió el vientre de las mujeres en un campo de exterminio; ideó formas de propaganda y diversión que envilecieran y marchitaran las almas infantiles; liberó los instintos más depravados, para que pudieran hallar en los cuerpos de los niños remedio a su concupiscencia; y en este crepúsculo de la Historia se dispone a profanar las almas infantiles infundiéndoles el anhelo quimérico de cambiar sus cuerpos, para convertirlos en pingajos que durante toda su vida enriquezcan a las farmacéuticas, inflados de hormonas y antidepresivos.
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"Degollación de los inocentes", de Luca Giordano (Museo del Prado) |
Esta guerra sin cuartel de la antigua serpiente a las vidas nuevas no ha cesado nunca desde aquella lejana noche de Belén. Por supuesto, se disfraza con vomitivas coartadas humanitarias; pero basta rascar su cáscara para que relumbre, fosforescente como un cadáver pútrido, el mismo odio antiguo y preternatural que se extendió por el palacio de Herodes, aquella lejana noche de Belén. Una noche, por cierto, en la que nació un varón, tal como lo había anunciado el arcángel Gabriel: nunca el Niño Jesús podrá ser 'niñe', pues. en los planes divinos, el cuerpo nos habla de Dios y revela a Dios. Y aquel Niño debía hacer visible a Dios, según Él mismo nos dirá cuando crezca: «El que me ve a mí, ve al Padre» (Jn 14, 9). Y la antigua serpiente necesita oscurecer esa verdad, necesita eclipsar la manera que Dios ha elegido para revelarse a los hombres, reformateando los cuerpos de los niños, para llenar de muerte y aflicción sus vidas frágiles e inermes.
Feliz Navidad para nuestros lectores.
miércoles, 4 de diciembre de 2024
Alegorías de la Inmaculada Concepción
Nos complace compartir una traducción (propia) al español de una nota de Gregorio Di Pippo, publicada el 8 de diciembre del año pasado en New Liturgical Movement.
Las imágenes son de la nota original y están colocadas en el mismo orden.
Alegorías de la Inmaculada Concepción
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José Antolínez, circa 1665 |
Estoy seguro de que todos nuestros lectores conocen la forma clásica de representar a la Santísima Virgen María como la Inmaculada Concepción, basada en las palabras de San Juan en Apocalipsis 12, 1: “Y apareció en el cielo una gran señal, una mujer vestida de con el sol y la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Esta tradición fue popularizada especialmente por los pintores barrocos españoles, desde principios del siglo XVII hasta mediados del XVIII, período conocido como el Siglo de Oro Español, en que la devoción a la Inmaculada Concepción era especialmente fuerte. El manto blanco representa el estado inmaculado de su naturaleza humana, mientras que el manto azul que lo cubre representa la dignidad real que proviene de su elección por Dios para ser su Madre. (Muchos de los materiales que producían buenos pigmentos azules eran raros y costosos y, por lo tanto, a menudo se reservaban para las figuras más importantes, lo que los convertía en un color popular para la Virgen María).
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Bartolomé Esteban Murillo, circa 1678 |
Existe, sin embargo, una tradición iconográfica diferente para la Inmaculada Concepción, una tradición muy compleja que refleja la complejidad del tema y del largo debate de la Iglesia al respecto. Esto se denomina en términos generales Alegoría, en la que las ideas se transmiten principalmente mediante símbolos, y fue una característica destacada de todo tipo de obras en el período artístico que precedió al Barroco, conocido como Manierismo. El arte manierista tiende a ser muy didáctico, como se ve a continuación en el cuadro de Juan de Juanes, en el que cada símbolo está cuidadosamente etiquetado. (Compare esto con los artistas barrocos mencionados arriba, quienes no necesitan usar etiquetas o citas de las Escrituras para que el espectador sepa que está mirando una imagen de la Inmaculada Concepción).
A los manieristas les gustaba multiplicar los símbolos hasta tal punto que se necesitaba una enciclopedia para descifrar sus obras. Esto a menudo crea una impresión de caos, mientras que los propios símbolos frecuentemente se inclinan o caen sobre la línea que separa lo sutil de lo oscuro. Hoy en día tendemos a pensar que el Barroco es un estilo muy recargado, pero los artistas del Barroco se consideraban a sí mismos como simplificadores del arte en comparación con sus predecesores manieristas, y con razón. En pocas palabras, un manierista pintaría muchos símbolos diferentes de la Inmaculada Concepción, mientras que un artista barroco pintaría muchas figuras (hay unos 20 ángeles en el Antolínez de arriba), pero muchos menos tipos de cosas (una mujer, ángeles, flores, una rama de palma y un pájaro.)
En las pinturas religiosas, estos símbolos suelen estar extraídos de la Biblia y, en una alegoría de la Inmaculada Concepción, del Cantar de los Cantares en particular. Las diversas letanías de la Virgen María fueron otra fuente popular. (La forma que ahora llamamos Letanía Lauretana es una entre muchas, y no es la más antigua).
La elección del símbolo también se inspiró a menudo en textos utilizados en los debates teológicos sobre la Inmaculada Concepción. Estos debates se volvieron especialmente vívidos a finales del siglo XV, ya que los dominicos, que tenían una presencia importante en todas las facultades teológicas principales (y en muchas de las menores) se oponían en su mayoría a la doctrina. La Enciclopedia Católica señala que, en reacción, “en 1497 la Universidad de París (durante mucho tiempo la más prestigiosa de Europa ) decretó que en adelante nadie debería ser admitido... si no juraba que haría todo lo posible para defender y afirmar la Inmaculada Concepción de María”. A París le siguieron varias otras universidades, incluidas las inglesas y las dos más antiguas del Nuevo Mundo, en Lima y Ciudad de México, ambas fundadas en 1551.
El cuadro que me interesó en este tema se llama “Dios Padre pintando la Inmaculada Concepción”, realizado en 1659 por el artista siciliano Matteo Cristadoro. Nació en Agrigento alrededor de 1635, pero parece que se desconoce la fecha de su muerte. La pintura fue encargada por la abadía benedictina de San Martino delle Scale, cerca de Monreale. Este enfoque específico del tema se inspira en la aplicación litúrgica que hace la Iglesia de la figura de la Sabiduría en el Antiguo Testamento a la Virgen, como en la Epístola de la Misa de hoy¹, Proverbios 8, 22-35: “El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra”.
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Matteo Cristadoro (1659) |
Esta tradición se refleja también en la bula Ineffabilis Deus, por la que el Beato Papa Pío IX proclamó formalmente la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854: “Desde el principio, y antes de los tiempos, el Padre eterno eligió y preparó para su Hijo unigénito una Madre en la cual el Hijo de Dios se convertiría en Dios encarnado y de quien, en la bendita plenitud de los tiempos, nacería a este mundo”.
Mientras Dios pinta a la Virgen, que está de pie sobre una rosa (“rosa mística” de la letanía), los santos Joaquín y Ana, sus padres, sostienen el lienzo para Él. Entre ellos, un ángel encadena al diablo, mientras otros ángeles hacen pinturas para Dios a partir de materiales de este mundo y se las pasan a Él en el cielo. Otros ángeles suministran la corona y el cetro de María, la corona de doce estrellas del Apocalipsis y un lirio, símbolo de pureza. El ángel en la parte superior derecha sostiene una banderola con las palabras del Salmo 45, que se lee en los maitines de las fiestas marianas: "Venid y ved las obras de Dios".
En el momento en que se hizo esto, el manierismo había sido completamente suplantado por el barroco durante décadas en los principales centros artísticos como Roma y Bolonia, y a los ojos sofisticados de los contemporáneos de Cristadoro en, digamos, la corte papal, esto habría parecido tan anticuado como a nosotros nos lo parece una película como Casablanca.
La composición es bastante caótica, no tanto por el número de figuras (26), sino por el hecho de que casi todas están en movimiento. Colores vivos contrastan por doquier, como el azul del manto de la Virgen sobre el fondo gris del lienzo, o el manto de Joaquín, que destaca como casi lo único rojo del cuadro. La banderola se remonta al enfoque más antiguo y obviamente didáctico típico de los manieristas, y la pintura de Dios como pintor es muy típica de su tendencia autorreferencial (una reacción al naturalismo del Renacimiento) a inspirarse en el arte, en lugar de en la vida.
Un ejemplo más antiguo y obvio de alegoría, realizado hacia 1535-40, proviene del prolífico pintor español Vicente Juan Masip, también conocido como Juan de Juanes, (1507-79). Mientras la Trinidad corona a la Virgen María, vestida de blanco y azul, las banderolas a ambos lados nos dan una de las citas bíblicas más frecuentemente aplicadas a la Inmaculada Concepción, Cantar de los Cantares 4, 7: “Tú eres toda hermosa, amada mía, y no hay mancha en ti”. (Este es el versículo del Aleluya de la Misa de hoy). Otro se despliega a sus pies: “hermosa como la luna” (6, 9), y ocho símbolos se muestran a cada lado de Ella: “elegida como el sol” (ibid.), “estrella del mar” (del himno de la Virgen de Vísperas), etc.
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Juan de Juanes |
El repertorio simbólico de este artista desconocido que trabajó en México en la segunda mitad del siglo XVI es casi idéntico.
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Anónimo |
Aquí vemos el panel central de un políptico italiano pintado en Savona, en la región italiana de Liguria, a principios del siglo XVI, de artista desconocido; los símbolos alrededor de la Virgen se han reducido a 15, quizás en referencia a las decenas del Rosario.
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Anónimo |
El didactismo de los manieristas llega a un extremo en esta pintura de 1616 de Juan de las Roelas (1570 ca. 1625), en la que los símbolos mismos han sido reemplazados en gran medida (no del todo) por textos, amablemente señalados por un vertiginoso número de personas.
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Juan de las Roelas (1616) |
El artista mexicano Baltasar de Echave Ibía (ca. 1585 – 1644), quien evidentemente no tiene problema en encontrar pigmentos azules, inspirado también en el dragón de Apocalipsis 12, incorpora la tradición de que las palabras del Génesis 3, 15 “pondré enemistad entre ti y la mujer, y tu descendencia y su simiente” se refieren a la Inmaculada Concepción como el comienzo del triunfo de Dios sobre el diablo. Este es un motivo que hoy damos por sentado, pero no se incorporó formalmente a la liturgia romana hasta que el Beato Pío IX promulgó una nueva forma del Oficio Divino de la Inmaculada Concepción en 1863.
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Baltasar de Echave Ibía |
Finalmente, podemos señalar esta inteligente interpretación del tema (ca. 1570) por parte de Luca Mombello (1518-88), pintor del norte de Italia, en el que la Virgen María, sosteniendo al Niño Jesús, simplemente reemplaza a Eva en el Jardín del Edén.
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Luca Mombello (circa 1570) |
¹ Se refiere al uso anterior a las reformas postconciliares
miércoles, 27 de noviembre de 2024
"Pinta tu aldea y pintarás el mundo"
La famosa frase "Pinta tu aldea y pintarás el mundo" se atribuye al gran novelista ruso León Tolstoi. Podemos aplicarla al ámbito eclesial: "Pinta tu parroquia y pintarás la Iglesia".
miércoles, 13 de noviembre de 2024
Oración a María
Señora:
tú eres
descanso para los que trabajan,
consuelo para los que lloran,
medicina para
los enfermos,
puerto para los maltratados por la
tempestad,
perdón para los que pecan,
dulce alivio de los tristes,
socorro de los que oran
(San Juan Damasceno)
miércoles, 6 de noviembre de 2024
1700° aniversario de la Basílica de Letrán
El 9 de noviembre es la Fiesta del Aniversario de la Dedicación de la Archibasílica Papal del Santísimo Salvador, Catedral de Roma, "Omnium Urbis et Orbis Ecclesiarum Mater et Caput". Se trata del templo habitualmente conocido como San Juan de Letrán.
Este año se cumplen 1700 años de la dedicación de esa Basílica, la Iglesia Madre del cristianismo. Por ello compartiremos algunos fragmentos -traducidos del italiano y con adaptaciones- de una nota ¹ publicada el año pasado, que encontramos en Messa in Latino.
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Durante más de diez siglos Letrán fue residencia papal, antes de que los pontífices se trasladaran a Aviñón durante el período del cautiverio y posteriormente decidieran trasladar la residencia al Vaticano. Dentro de sus muros se celebraron doscientos cincuenta concilios, cinco de los cuales fueron ecuménicos, incluido el de Letrán IV, en 1215, considerado por los historiadores el más importante de toda la Edad Media.
La Basílica de Letrán fue consagrada el 9 de noviembre del año 324 por el papa Silvestre I, que luego se convirtió en santo. Su pontificado coincidió con el largo imperio de Constantino, el primer emperador romano que aceptó el cristianismo, marcando la transición de la Roma pagana a la Roma cristiana. Fue Constantino quien donó ese terreno a la Iglesia para construir una domus ecclesia. Según los Anales de Tácito, las tierras y propiedades que inicialmente se encontraban allí pertenecían a la poderosa familia de Letrán. En el 65, sin embargo, Nerón había confiscado sus bienes por su participaron en una conspiración; cuando esta fracasó, el cónsul Plaucio de Letrán fue condenado a muerte y despojado de sus riquezas, que pasaron al Tesoro Imperial.
El nombre de la archibasílica patriarcal de Letrán le fue impuesto por el papa Silvestre en honor a Cristo Salvador. Recién durante el siglo XII surgió también la denominación de San Juan Bautista. Desde el comienzo el edificio sagrado se hizo famoso por su esplendor y fue objeto de continuas e importantes donaciones de emperadores, papas y otros benefactores, como atestigua el Liber Pontificalis.
En el palacio de Letrán se entrelazaron los hechos más significativos de la historia con la dinámica de la Iglesia: coronación de emperadores, audiencias con reyes y reinas, incluida la firma de los Pactos de Letrán, suscriptos por el cardenal Gasparri, Secretario de Estado del Vaticano, y el entonces jefe de gobierno Benito Mussolini. El original del documento se conserva sobre un escritorio en la Sala de los Pontífices, hoy convertida en museo. Hasta el siglo XIX, todos los Papas eran coronados en Letrán, pero tras la ruptura de la Puerta Pía la costumbre fue abandonada. El edificio que conocemos hoy fue sometido a diversas fases de diseño, ampliación y modificaciones respecto al edificio inicial paleocristiano. El 28 de julio de 1993, la entrada lateral y parte de la fachada del edificio resultaron gravemente dañadas por un atentado con bomba encargado por la mafia, que dañó la fachada.
El edificio paleocristiano original ha sufrido varios cambios a lo largo de la historia, también porque fue dañado por algunos terremotos. El terremoto del año 896, por ejemplo, destruyó casi por completo la basílica, que fue restaurada por el Papa Sergio III (904-911). Posteriormente, la iglesia también sufrió graves daños por incendios en 1308 y 1360. Sin embargo, el apogeo de la gloria de la nueva basílica de Letrán llegó el 22 de febrero de 1300, cuando el Papa Bonifacio VIII proclamó allí el primer jubileo.
Hasta el siglo XIV el Palacio fue residencia de los Papas; luego la sede se trasladó a Aviñón, Francia (1304-1377). Una vez de regreso a Roma, el pontífice de la época se encontró administrando toda la zona de Letrán, que ahora se encontraba en un estado de total abandono: el palacio había sido saqueado a lo largo de los años y los alrededores se habían convertido en un lugar de bandolerismo. La degradación fue casi total. La residencia papal se trasladó así al Vaticano.
La basílica de Letrán actual tiene cinco puertas, una para cada nave, salpicadas por enormes columnas que sostienen arcos monumentales. Las puertas centrales de bronce son originales romanas del Senado en los Foros Imperiales. La puerta más a la derecha es la Puerta Santa, que sólo se abre durante el Año Santo (una vez cada 25 años). Reabrirá sus puertas en 2025. Frente a la pared izquierda se encuentra la estatua del emperador Constantino. Los doce enormes nichos que Francesco Borromini creó en las columnas de la nave central contienen majestuosas estatuas de mármol de los apóstoles. A pesar de la rigurosa renovación de Borromini, algunos testimonios históricos siguen siendo claramente visibles. En particular, el magnífico suelo de estilo cosmatesco y el techo de madera dorada, creados por Giacomo della Porta según un diseño de su mecenas, Miguel Ángel.
La renovación definitiva de la iglesia actual fue encargada por el Papa Sixto V quien encargó las obras a su arquitecto de confianza Domenico Fontana.
¹ El sismógrafo , 5-11-23 (Franca Giansoldati, Il Messaggero)