Porque deberíamos tener el espíritu encendido,
atento en la oración y en la súplica,
principalmente en la celebración
del misterio eucarístico,
y estar llenos de temor y temblor
en la presencia del Señor
mientras se celebra la Misa.
Sin embargo,
ni siquiera le ofrecemos el sacrificio
con pura conciencia,
con espíritu contrito y humillado,
sino que durante la Santa Sinaxis
terminamos nuestros asuntos públicos
y la administración
de muchos y vanos negocios.
Hay gentes que no se preocupan en pensar
con qué pureza y con qué dolor de sus pecados
se han de acercar a la sagrada Mesa,
sino qué vestido se han de poner (...)
Otros, presentes en el templo,
no están quietos ni un momento,
y se dedican a conversar
prestando más atención a las habladurías
que a la oración...»
con espíritu contrito y humillado,
sino que durante la Santa Sinaxis
terminamos nuestros asuntos públicos
y la administración
de muchos y vanos negocios.
Hay gentes que no se preocupan en pensar
con qué pureza y con qué dolor de sus pecados
se han de acercar a la sagrada Mesa,
sino qué vestido se han de poner (...)
Otros, presentes en el templo,
no están quietos ni un momento,
y se dedican a conversar
prestando más atención a las habladurías
que a la oración...»
San Anastasio Sinaíta
(siglo VII)
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