Hola. Soy Zapato Izquierdo. Desde hace varios años mi dueño se siente muy cómodo conmigo y con Zapato Derecho, mi compañero que trabaja del otro lado. Cada mañana nuestro dueño nos calza y va con nosotros dos a todos lados. Estamos felices porque somos útiles a nuestro dueño, los dos juntos, Derecho e Izquierdo. Como solemos decir en broma, "Estamos a sus pies".
Pero ahora que lo pienso, ¿no somos los dos zapatos? ¿Por qué él se llama Derecho y yo Izquierdo? ¿No deberíamos tener el mismo nombre? Es más, pensándolo bien, “Derecho” es un nombre que implícitamente da una idea de algo mejor. Hacer algo “por derecha” es más noble que hacerlo “por izquierda”… Además “Derecho” da idea de justicia y de rectitud. Mi nombre no tiene esas connotaciones. Izquierdo es un nombre que discrimina.
Ah, otra cosa: ahora me avivo de que Derecho, por tener ese nombre, quizás pretenda tener más derechos que yo. Y eso no lo voy a permitir. ¿Acaso no somos los dos zapatos? ¿Por qué esta discriminación? ¡¡Todos tenemos los mismos derechos!!
Desde ahora quiero llamarme Segundo Zapato Derecho. Ya está. Los dos nos llamaremos Derecho por igual: mi compañero será Primer Derecho y yo Segundo Derecho. Y todos contentos.
Pero pará un poco. No, no, no. Llamarse “Segundo” Zapato Derecho es discriminatorio. Llegar primero es mejor que llegar segundo. No voy a permitir que alguien piense que mi compañero es mejor que yo. Somos los dos zapatos, ¿no? Así que yo también seré Derecho. Listo. Derecho y Derecho. Los mismos Zapatos con el mismo nombre: Derecho. Derechos por igual.
Epa, un momento, acabo de mirar de reojo y noté que Derecho (el otro, no olviden que ahora los dos tenemos el mismo nombre) tiene una forma distinta de la mía. Una forma simétrica respecto del eje de mi dueño, sí, pero distinta de la mía. Eso no es justo. Me dicen que esa forma distinta se debe a la naturaleza del pie humano. Pero, ¿de qué naturaleza humana me hablan? ¿No hay acaso personas sin un pie, o sin ambos, o sin algún dedo, o a quienes se les amputó una pierna, o de pies deformes? ¿Quién me va a decir a mí cómo debe ser la forma de un pie humano?
Además, el zapato es un invento humano, lo creó el hombre, no existió siempre, podría cambiar. Y desde ahora va a cambiar. Hoy se acaban milenios de injusticia. ¿Cómo es que pudieron vivir tantos siglos en la ignorancia respecto de los derechos de los zapatos?
¡Basta! Todo aquel que diga “El hecho de que un Zapato tenga una forma y el otro Zapato tenga otra forma procede de la naturaleza del pie humano”, es discriminador, oscurantista y cavernícola.
Desde hoy los dos Zapatos nos llamaremos igual y seremos iguales.
Desde hoy —tomen nota señores fabricantes y señores zapateros— un par de zapatos, una pareja de zapatos, consistirá en dos zapatos exactamente iguales, ambos derechos.
Y muy pronto (sépanlo) estará prohibido y será reprimido el fabricar y/o usar zapatos distintos argumentando (de modo claramente discriminatorio) que eso se adapta mejor a los pies.
Hoy es un día de alegría y de triunfo para la igualdad de los Zapatos. Desde hoy, todos los Zapatos somos iguales: Derechos por igual y con la misma forma para que nadie, en adelante, nos discrimine.
A la mañana siguiente, el dueño se calzó los zapatos (ambos exactamente iguales) y los sintió incómodos y molestos. Tras soportarlos con dolor toda la mañana, llegó a su casa, se los sacó y los tiró a la basura. Y les dijo a sus hijos: “Chicos, perdónenme, pero no los voy a llevar a la plaza como les había prometido. Me duelen terriblemente los pies”. Y los chicos dijeron: “¡Ufa! ¡Al final, siempre los perjudicados somos nosotros!”.
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