miércoles, 12 de mayo de 2021

«La tempestad»

Con el título «La tempestad» el blog católico Wanderer publicó hace pocos días un artículo cuyas partes principales reproducimos a continuación.



En 1914, dice la nota, Ronald Knox escribió un breve folleto

en el que mostraba a través de una sátira las consecuencias que podían tener las actitudes aperturistas que algunos sectores minoritarios de la iglesia anglicana exhibían en ese momento, y que se habían puesto de manifiesto en una reunión ecuménica celebrada en la ciudad africana de Kikuyo. Pocas décadas más tarde, esa iglesia superó con creces las sátiras que había imaginado Knox. 

Yo no dejo de ver cómo la Iglesia Católica esta siguiendo, con menos de un siglo de atraso, los pasos anglicanos; y mucho me temo que, si seguimos en la misma ruta, terminemos como han terminado ellos. En los ’80, ni aún el más ácido de los comentaristas religiosos hubiese podido imaginar que cuarenta años más tarde se estuviera discutiendo con seriedad la licitud y conveniencia de bendecir, cuando no casar, a parejas del mismo sexo. 

Los anglicanos, sin embargo, tenían una ventaja sobre nosotros; tenían una chalupa aparcada junto a la nave que se iba a pique y que permitiría a quienes quisieran salvarse del naufragio. Cuando en 1993 la iglesia de Inglaterra decidió ordenar mujeres sacerdotes, Graham Leonard, Obispo de Londres, decidió dejar esa comunión y convertirse a la Iglesia de Roma, en la que fue ordenado sacerdote poco después. Cuando en 2010 dieron un paso más y decidieron ordenar mujeres obispos, fueron cinco los obispos anglicanos que volvieron a la Iglesia Católica y este movimiento no se ha detenido. Hace poco más de un año, otro obispo del sur de Inglaterra y antiguo capellán de la Reina, se convertía. Y lo mismo ha sucedido con muchísimos sacerdotes y fieles. Se subieron a la chalupa y se alejaron del naufragio.

El problema es que los católicos no tenemos chalupa o, mejor dicho, estamos en la nave que se está hundiendo rápidamente bajo el comando del Papa Francisco.

Respecto del "cisma alemán" que probablemente se producirá luego de finalizado el famoso “camino sinodal”,  la nota señala que no ocurrirá nada }

Los alemanes no harán ninguna declaración oficial de separación de la sede de Pedro y aplicarán con mayor o menor premura las resoluciones a las que lleguen. Y no sería raro que un par de años, o antes, algún obispo ordene diaconisas, y poco más adelante sacerdotisas. Y no será raro tampoco que casen a divorciados y a homosexuales, y vaya uno a saber qué otros disparates. Y Roma no hará nada, con Francisco o con quien sea que lo suceda, y no lo hará no por falta de convicción sino por falta de fuerzas. Sabe perfectamente que cualquier sanción o prohibición que establezca será desoída. O bien, pasará por la criba de los discernimiento en los que tanto ha insistido Bergoglio, y los obispos tedescos terminarán diciendo que tales ordenanzas no son de aplicación en sus territorios. A Roma los únicos que la obedecen son los obispos y católicos conservadores.

...

La nave de la Iglesia está naufragando y se acerca lo peor de la tormenta. Sus oficiales eligieron al más chapucero e improvisado de los capitanes que podía encontrar quien, en vez de ordenar trincar velas e izar el tormentín para capear la tempestad, se adentra en ella con todo el velamen desplegado. Y nosotros a bordo, como corresponde, asustados, cansados y tristes. Sabemos, claro, que hay Alguien que duerme y que despertará en el momento apropiado pero, mientras tanto, debemos soportar los vaivenes de las olas y los vientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario