«Y se le cumplió a Ana su tiempo, y el mes noveno alumbró. Y preguntó a la comadrona: "¿Qué es lo que he dado a luz?". Y la comadrona respondió: "Una niña". Entonces Ana exclamó: "Mi alma ha sido hoy enaltecida". Y reclinó a la niña en la cuna. Habiéndose transcurrido el tiempo marcado por la ley, Ana se purificó, dio el pecho a la niña y le puso por nombre María».
(Protoevangelio de Santiago 5,2)
¿Dónde, cuándo y cómo nació María?
Los Evangelios no mencionan para nada el nacimiento de María, y en cambio sí se refieren al de Jesús y al de Juan el Bautista. Como en muchos otros casos, nos tenemos que remitir, si queremos saber algo basado en tradiciones, a los llamados “evangelios apócrifos” y más concretamente al Libro de la Natividad de María y al Protoevangelio de Santiago.
Los apócrifos son textos no incluidos en el canon de las Escrituras; pueden contener elementos no ortodoxos o fantásticos, pero no son desdeñables como testimonio de la fe de un época y como fuente de piedad, incluso en nuestros días. De hecho, muchos datos que hoy consideramos incorporados a nuestra devoción cristiana (desde los nombres de los Reyes Magos hasta el episodio de la Verónica que enjuga el rostro de Jesús) no figuran en los Evangelios, sino que proceden de textos apócrifos.
No queda claro, según las fuentes que hablan del nacimiento de María, dónde ocurrió este hecho, si en Jerusalén o en Nazaret. En el "Libro sobre la Natividad de María" se narra que María habría nacido en Nazaret; en cambio el "Protoevangelio de Santiago" cita a Jerusalén como la ciudad natal.
Según los textos apócrifos, Joaquín y Ana estaban desesperados porque a pesar del amor y de la felicidad que los unía, no habían tenido hijos durante sus primeros veinte años de matrimonio. Ante tal situación, hicieron una promesa al Señor que consistía en que si les daba un descendiente, lo consagrarían a su servicio. Para obtener tal gracia, y según cuenta el "Libro sobre la Natividad de María", todos los años se desplazaban al templo de Jerusalén en las tres fiestas principales. El día de la Fiesta de la Dedicación, Joaquín se acercó al altar para presentar la ofrenda de sus cosechas, pero el sacerdote, al verlo, lo rechazó con gran indignación diciéndole que no tenía derecho a acercarse porque un hombre estéril como él que no había hecho crecer el pueblo de Dios, no podía andar con los que no estaban bajo su misma condición. Cabe recordar que, en aquellos tiempos, el pueblo de Israel consideraba como una maldición la esterilidad. Joaquín, ante tal situación, se retiró a las praderas sin querer volver a su casa para no exponerse a los desprecios de sus vecinos. Después de unos meses de gran soledad, se le presentó un ángel de Dios, rodeado de un inmenso resplandor que le comunicó que su mujer engendraría a una hija. El libro apócrifo menciona que el ángel le habló de esta manera: "... siendo virgen, engendrará a su vez de manera incomparable al Hijo del Altísimo. El nombre de éste será Jesús, porque de acuerdo con su significado ha de ser el salvador de todos los pueblos". El mismo ángel se apareció después a Ana notificándole su conversación con Joaquín, y ésta salió al encuentro de su esposo, y ambos se abrazaron llenos de alegría.
La fiesta
La fiesta
La fiesta de la Natividad de la Virgen surgió en Oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el siglo V. Allí se mantenía viva la tradición de la casa natal de María.
Los orígenes de esta fiesta, como los de muchas otras, están ligados a la construcción de un templo. En este caso, en el siglo V, se edificó una basílica en honor de Santa Ana, junto a la Piscina Probática (o “Piscina de Betsata”: ver Jn 5, 1-9), en Jerusalén. Allí, según la tradición, junto al templo, estaba ubicada la casa de Joaquín y Ana, los padres de María.
El primer testimonio escrito acerca del nacimiento de María y del parto milagroso de Ana es un poema de Romano el Melode, hacia el año 555.
La fiesta se extendió por Oriente en el siglo VI, y fue introducida en Roma por el papa Sergio I, de origen sirio, muerto en el 701. El pontífice dotó a la fiesta de una procesión que fue muy popular en la Edad Media. Sin embargo, es probable que antes de esta fecha se celebrara en Roma alguna memoria, queriendo imitar para María las fiestas del nacimiento de San Juan Bautista y del Señor. Otros testimonios importantes alrededor de esta fiesta son unas homilías pronunciadas en el siglo VIII por San Juan Damasceno en la Basílica de Santa Ana en Jerusalén, y por el obispo San Andrés de Creta hacia el 715: «Hoy la creación, de un modo nuevo y más digno, queda dispuesta para hospedar en sí al supremo hacedor».
Un concilio celebrado en Reims en 630 la declaró fiesta de precepto. En Roma fue dotada de una octava (a mediados del siglo XIII) por Inocencio IV, y de una vigilia por Gregorio XI en 1378. Más tarde pasó a una mayor sencillez.
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Imagen en la Basílica de la Natividad de María (Esperanza, Santa Fe) |
¿Por qué el 8 de septiembre?
Es difícil contestar a esta pregunta. Hay varias teorías. Lo único que puede decirse con certeza es que la fecha está vinculada a la de la Inmaculada Concepción, que celebramos nueve meses antes, el 8 de diciembre. También hay que subrayar que la fiesta de un santo se celebra normalmente el día de su muerte. Pero en el caso de María celebramos el nacimiento, porque es una “aurora”, un anuncio, un nuevo inicio en el plan de Dios...
Es difícil contestar a esta pregunta. Hay varias teorías. Lo único que puede decirse con certeza es que la fecha está vinculada a la de la Inmaculada Concepción, que celebramos nueve meses antes, el 8 de diciembre. También hay que subrayar que la fiesta de un santo se celebra normalmente el día de su muerte. Pero en el caso de María celebramos el nacimiento, porque es una “aurora”, un anuncio, un nuevo inicio en el plan de Dios...
Que el Nacimiento de María sea para todos una aurora de nueva vida en Cristo el Señor.
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