miércoles, 20 de octubre de 2021

Cuando el sacerdote se convierte en maestro de ceremonias, locutor, presentador de espectáculos, payaso...

Hallamos en la Red  estas dos  opiniones, cuyo texto adaptamos y corregimos levemente, añadiendo además algunas imágenes también encontradas en Internet.

La primera:

«Si el antiguo imperio había arrastrado a los cristianos al circo para hacerlos pasto de las fieras, la Iglesia postconciliar, cumpliendo un designio circular, quiso ser ella misma el circo. Y como todo espectáculo que se precie, éste también tiene sus números congruos: payasos, representados por aquella Jerarquía que gustó estropear su dignidad en público ora con estolas multicolores, ora con narices de clown; malabaristas y equilibristas consumados, como aquellos clérigos que pretextan su adhesión a la doctrina cristiana pero consienten todos los excesos que, en el orden de la fe y de la moral, cunden bajo su jurisdicción». 

La segunda:

«Cuando el sacerdote se convierte en una especie de maestro de ceremonias, locutor, presentador de espectáculos, deja de hacer una cosa sagrada.

Y si deja de hacer una cosa sagrada, deja de creer en las cosas sagradas que hace: convertir pan  y vino con agua en la carne y sangre de Cristo.

Por tanto su trabajo lo puede hacer cualquiera, no hace falta estudiar teología ni mantener el celibato... ni ser ordenado.

¿Tú conoces a algún presentador de shows que piense que su trabajo es esencial para la humanidad o que no se case por la gloria de la cadena de televisión para la que trabaja o por el servicio de sus telespectadores?

Y luego, si no desempeña una función sagrada ni es necesario ser ordenado sacramentalmente, al final se termina siendo un pastor protestante con una feligresía católica (católica... por ahora, porque el comportamiento del pastor informa y contagia a todos: si él no cree, los demás, tarde o temprano, dejarán de creer).

Esto explica muy bien la ruina del catolicismo tras el Concilio.

Por cierto que para leer un trozo de la "Escritura" y tararear una cancioncilla religiosa no hace falta salir de casa o ir al culto:  lo puede hacer cualquiera en el confort de su cuarto, en pantuflas y sin afeitar.  Total, "Dios ve en los corazones".

Y ahora encima tienen la desvergüenza de decir que no están ahí para promover la salvación, sino para "acompañar".

Pues ¿sabe lo que le digo? ¡Que más vale solo que mal acompañado!».

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