La siguiente es una traducción de una nota vinculada con la conversión al catolicismo de Shia LaBeouf, anunciada en agosto del año pasado.
Shia LaBeouf es un famoso actor estadounidense, de 36 años, activo desde pequeño y que saltó a la fama, sobre todo, por las películas Transformers, Disturbia e Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.
Como muchas estrellas de Hollywood, tanto su vida personal como su desempeño profesional estuvieron en gran medida marcados por escándalos de diverso tipo y magnitud, incluyendo accidentes, arrestos, ebriedad, acusaciones de plagio, acusaciones de agresión sexual, maltrato físico y psicológico, etcétera.
Era de origen judío, pero en agosto de este año fue noticia su conversión al catolicismo, motivada por su preparación para protagonizar la película Padre Pío.
En una entrevista con el obispo Robert Barron, LaBeouf mencionó que al descubrir la Misa Latina Tradicional, con ocasión de su preparación para personificar a San Pío de Piterlcina, lo afectó profundamente.
Sus comentarios recorrieron rápidamente los ámbitos católicos. El mensaje del actor podría condensarse en esto: la Misa Latina Tradicional es una perla de gran precio, y debiera ser conocida, amada y abrazada por la Iglesia. En cambio, la misa del Novus Ordo -dice LaBeouf- se siente como si estuvieran tratando de venderte un auto.
Ahora bien, LaBeouf obviamente ha sido siempre ajeno a la misa, sea la Misa Latina Tradicional como la misa "Novus Ordo". Él mismo era una celebridad de origen judío, agnóstica, sumergida en su fama, su dinero y su vida desordenada. De modo que su aprecio por la Misa Tradicional no surgió ni de una cuestión ideológica ni de una interna eclesial. Su llegada a la Misa Latina fue una exigencia del libreto de la película en que personificaría al Padre Pío.
El usus antiquor irrumpió así en su vida diaria y le permitió -él mismo lo afirma- detenerse a reflexionar acerca de cosas más elevadas que las que vivía hasta ese momento. Ahora bien, ¿por qué un hombre tan hondamente impregnado en el estilo de vida secular de Hollywood podría encontrar atractiva la Misa Latina?
Después de todo, ¿no reclamaban acaso los reformistas que la Misa Latina necesitaba ser desmantelada para que la Iglesia llegase al “hombre moderno”?
Pues bien, el hombre moderno ha hablado. Libre de los compromisos intelectuales y profesionales exigidos por los “expertos” liturgistas, LaBeouf puede hablar como un simple observador, uno que no siente la necesidad de mostrar lealtad al partido. Ha reconocido sus pecados pasados, su quiebre, y su necesidad de arrepentimiento. Y sin embargo, en la oscuridad, fue capaz de atestiguar la luz; en su fealdad, fue capaz de reconocer la belleza.
Aquí la analogía con el vendedor de autos de LaBeouf se vuelve importante. “(La) Misa Latina me afecta profundamente”, le dice al Obispo Barron. Cuando Barron le pregunta por qué, LaBeouf responde, “porque no se siente como si me estuvieran queriendo vender un auto…Cuando alguien me quiere vender algo, mata mi capacidad para ello, y la suspensión de mi incredulidad, y mi anhelo de arraigarme en ello. Hay una inmediata rebelión en mi”.
No importa cuántas veces el experto vendedor de autos intente "enchufarle" su producto; el hombre moderno instintivamente se retrae. Lo forzado de las explicaciones repetidas de por qué algo es necesario poco hacen para regar el jardín del alma. La verdad, la bondad y la belleza hablan por sí mismas y no necesitan largos razonamientos y mucho menos campos de reeducación.
En otra parte del reportaje, LaBeouf menciona momentos importantes en su giro hacia el catolicismo, incluyendo el haber sido recibido por los frailes capuchinos mientras se preparaba para meterse en el papel del Padre Pío leyendo el Evangelio de San Mateo, rezando el Rosario, siendo catequizado por sacerdotes y monjas, asistiendo a Misa, rezando en silencio delante del Santísimo Sacramento, e incluso, compartiendo comidas con ellos.
LaBeouf menciona incluso haber leído acerca de la vida del hermano capuchino Jim Townsend, quien de joven vivió una vida de crimen, llegando a matar a su propia esposa, embarazada de su hijo por nacer. Mientras estuvo en prisión, Townsend conoció a un sacerdote católico que lo alentó a confesarse. Townsend se hizo luego terciario franciscano, antes de unirse a los capuchinos luego de su liberación de la cárcel. LaBeouf nombra a Townsend varias veces durante la entrevista, y ve claramente el mensaje de misericordia y arrepentimiento ofrecido por el catolicismo.
Vale la pena notar que la atracción de LaBeouf al catolicismo vino de su inmersión en la vida de la Iglesia. Ningún programa pastoral, ninguna iniciativa de la Conferencia Episcopal, ninguna monografía académica le “vendió” la Fe. Entró no sólo en la “materia” de la Iglesia (convirtiéndose en miembro del Cuerpo de Cristo) sino también en su “forma” (comunidad, devociones tradicionales, catequesis ortodoxa). La Liturgia habla por si misma y forma la personalidad de quien a ella se adhiere por virtud de su propia esencia, no puede ser entendida adecuadamente si se la separa de su forma encarnada. Según LaBeouf, luego de asistir a la Misa Tradicional en Oakland, California, sintió como si alguien le estuviese permitiendo penetrar un “profundo secreto”. En una época en que el Vaticano exige que las Misas Latinas no se publiquen en el boletín parroquial, la Misa Latina es, ciertamente, un secreto. Al igual que el Santo al que está representando en el cine, LaBeouf conocerá la realidad de que, incluso cuando uno posea la verdad -tal como los milagrosos estigmas del Padre Pío- la jerarquía eclesiástica no cesará de negarlo y suprimirlo. Incluso enfrentados a una belleza innegable, los superiores eclesiásticos pueden todavía sufrir de envidia.
Pareciera que LaBeouf encontró la perla de gran precio, aquella que, una vez hallada, lo inspira a uno a vender todo lo que posee para comprarla (Mateo 13:45-46). Mientras que Barron tuvo una recepción educada de sus comentarios, podemos imaginar el modo en que el amor de LaBeouf por el catolicismo tradicional habría sido recibido por prelados menos favorables, algunos de los cuales comparan el amor por la Misa Latina Tradicional con un giro al Protestantismo.
Verdaderamente, este famoso actor se parece a los niños que proclamaban “¡Hosanna!” a Nuestro Señor cuando él entraba al Templo de Jerusalén, y los liturgistas institucionales parecen aquellos rígidos Sumos Sacerdotes. Cuando le preguntaron a Jesús si Él oía lo que decían esos niños, nuestro Señor les contestó afirmativamente, citando el Salmo 8,2: “De la boca de los pequeñitos y de los lactantes, me prepararé alabanza” (Mateo 21, 12-16). Pareciera que el Padre Pío ha adoptado a Shia LaBeouf como su hijo espiritual, guiándolo para hacer del resto de su vida un acto de oblación, reparación y alabanza del Señor.
Por supuesto, los católicos no deberían exagerar la entrevista de LaBeouf con Mons. Barron, como si el fuera ahora nuestro representante icónico. La conversión de LaBeouf demostrará su sinceridad sólo con el tiempo, y no hay necesidad de ponerlo en un privilegiado sitial de honor, lo que puede ser peligroso para los nuevos conversos. Pero dicho esto, no hay nada malo en sentir alegría y entusiasmo por que un pecador público y antiguo integrante de la elite de Hollywood haya expresado su deseo de hacerse católico. Es una reacción natural y esperable. Pero ahora que la perla ha sido hallada, vale la pena preguntarse, ¿Qué sigue?
Más aún, si la jerarquía eclesiástica es verdaderamente sincera en su deseo de una “Iglesia en escucha”, una Iglesia del “acompañamiento”, del “caminar juntos” y de “leer los signos de los tiempos”, ¿cómo pueden permitirse ignorar al pecador arrepentido que está dispuesto a venderlo todo por la Misa que ama?
No hay comentarios:
Publicar un comentario