miércoles, 29 de diciembre de 2021

Tres experiencias litúrgicas

7 de diciembre 

Acudo a un templo porteño a participar de la misa vespertina para celebrar la Inmaculada Concepción, ya que por razones personales no iba a poder hacerlo el mismo día 8.  Para mi sorpresa, me encuentro con un pastiche en que el Guía menciona que "estamos a las puertas de la fiesta de la Inmaculada", pero que celebraremos el final del Año de San José; las lecturas son del martes II de Adviento, los ornamentos son blancos, las Oraciones de los Fieles son dirigidas a San José  (!!!) y los textos de la misa... son inventados e improvisados por el sacerdote, que celebra con el misal cerrado (!!!!!!!!!). Sobre el sentido profundo de esta última práctica, que hemos visto varias veces, hablaremos en otra oportunidad.


12 de diciembre

Tercer Domingo de Adviento.  El Calendario Litúrgico señala expresamente: "Hoy no se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe". Pero en una parroquia deciden hacer caso omiso de esa advertencia -que por otra parte procede de las normas postconciliares sobre las que tanto se declama- y dedican la celebración completa a la Virgen, sin hacer  referencia alguna al tiempo litúrgico ni al Día del Señor. Ni siquiera los sacerdotes usaron ornamentos rosados, que habrían encajado muy bien con la celebración. Para más inri, un animador agita los brazos al estilo cumbia durante uno de los cantos que preceden a la misa, y otro -quizás creyendo que está en un show televisivo- grita en medio de la canción: "¡A ver esas rosas!", invitando al agite.


¡Qué tristeza, qué desazón,  producen las dos experiencias mencionadas. ¡Qué desprecio por el Pueblo de Dios manifiestan ambas! ¡Qué burla a la Iglesia  y al Concilio Vaticano II, al que se dice seguir!

Gracias a Dios, en medio de esas dos ocasiones, tuve otra experiencia completamente diversa, y que muestra cómo la Liturgia bien celebrada eleva, santifica, emociona, sana, salva.


8 de diciembre

Participo de las Segundas Vísperas de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, cantadas por las monjas de clausura del monasterio de Santa Escolástica en Victoria (Buenos Aires). Una maravilla de belleza y de alabanza divina. Me siento transportado al mundo celestial, y pese a la brevedad del fragmento, estoy seguro de que lo mismo les pasará a los lectores.

1 comentario:

  1. Para corroborar lo dicho, un texto de un excepcional liturgista español. En la brevedad y en el silencio está la inmersión en el misterio. Se extraña en nuestras Liturgias actuales esa precisión, fruto de la obediencia del celebrante a lo que está mandado. https://www.infocatolica.com/blog/liturgiafuenteyculmen.php/2106301147-el-lenguaje-del-rito-romano-l

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