miércoles, 18 de septiembre de 2024

¿Todas las religiones son iguales, como dijo el Papa? (parte 1 de 2)

A fines de diciembre pasado (¡hace menos de nueve meses!) nos preguntábamos "¿Cuánto más bajo podemos caer?".

Se trataba en realidad de la transcripción al español de una charla de Henry Sire (Pope Francis: How much lower can we sink?) pronunciada en la Latin Mass Society en Londres el 24 de noviembre de 2023. Y la pregunta,  lamentablemente, ya estaba desactualizada cuando nuestro blog publicó la nota,  porque  en el intermedio apareció Fiducia supplicans... 

Pero hoy tenemos que volver a decir con tristeza que hemos caído aun más bajo. Mucho más bajo. 

Nos referimos a unas increíbles palabras pronunciadas por el Papa en Singapur hace pocos días.  Leamos la versión que publicó el sitio oficial del Vaticano:


 

«Si empiezan a discutir —“mi religión es más importante que la tuya”, “La mía es la verdadera, en cambio la tuya no es verdadera”—, ¿a dónde lleva todo esto? ¿A dónde? Que alguien responda: ¿a dónde? [Alguien responde: “A la destrucción”]. Y así es. Todas las religiones son un camino para llegar a Dios. Y, hago una comparación, son como diferentes lenguas, como distintos idiomas, para llegar allí. Porque Dios es Dios para todos. Y por eso, porque es Dios para todos, todos somos hijos de Dios. “¡Pero mi Dios es más importante que el tuyo!” ¿Eso es cierto? Sólo hay un Dios, y nosotros, nuestras religiones son lenguas, caminos para llegar a Dios. Uno es sijs, otro, musulmán, hindú, cristiano; aunque son caminos diferentes. Understood?».

Si alguien pensara que esto no puede ser real, que se trata de un error de traducción o que han interpretado mal al Pontífice, podemos ver y escuchar al propio Papa diciendo esa aberración:


En dos entradas consecutivas nos referiremos a este solemne disparate. Hoy mostraremos un conjunto de citas que desmienten al Papa; el miércoles que viene reflexionaremos sobre las consecuencias que se derivarían de aceptar que "todas las religiones son un camino para llegar a Dios", como afirmó en Singapur.

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Cualquier católico medianamente formado sabe hay una enorme cantidad de textos de la Escritura y de la Tradición que contradicen las afirmaciones del Papa. Mencionemos sólo algunos.

 «El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él» (Jn 3, 36).

 «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios» (Jn 6, 68s).

 «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6).

 «Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo» (Jn 17, 3).

◆ «No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hech 4, 12). 

 Dios «envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos (...). Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre» (Hech 10, 36ss).

 «Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros» (1 Cor 8, 5-6). 

◆ Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos» (1 Tim 2,4-6).

«El purificador y Salvador poderosísimo tomó todo el hombre entero. Fuera de este camino (...), que nunca faltó al género humano, nadie se liberó, nadie se libera, nadie se liberará» (San Agustín, De Civitate Dei, X, 32, 2).

◆ «Jesucristo es el alfa y la omega, "el principio y el fin" de todo. (...) Él es el único maestro que debe instruirnos, el único Señor del que dependemos, la única cabeza a la que debemos estar unidos, el único modelo al que debemos asemejarnos, el único médico que nos debe curar, el único pastor que nos debe alimentar, el único camino que debemos seguir, la única verdad que debemos creer, la única vida que debe vivificarnos, lo único que nos debe bastar en todo. (...)  Todo lo podemos por Cristo, con Cristo y en Cristo; podemos dar todo honor y toda gloria al Padre, en la unidad del Espíritu Santo» (San Luis María Grignion de Montfort, Tratado sobre la verdadera devoción a María, n. 61).

 «Profesa el sagrado Concilio que Dios manifestó al género humano el camino por el que, sirviéndole, pueden los hombres salvarse y ser felices en Cristo. Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia católica y apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la obligación de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt 28, 19-20). Por su parte todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla» (Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis Humanae, 1).

 «Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es "auxilio general de salvación", puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación. Creemos que el Señor confió todos los bienes de la Nueva Alianza a un único Colegio apostólico presidido por Pedro, para constituir un solo cuerpo de Cristo en la tierra, al cual deben incorporarse plenamente los que de algún modo pertenecen ya al Pueblo de Dios» (Concilio Vaticano II, Declaración Unitatis Redintegratio, 3).



◆ «Cristo, Salvador universal, es el único Salvador. San Pedro lo afirma claramente: “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12).

Al mismo tiempo, es proclamado también único mediador entre Dios y los hombres, como afirma la primera carta de San Pablo a Timoteo: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1 Tm 2, 5-6). En cuanto Dios-hombre, Jesús es el mediador perfecto, que une a los hombres con Dios, proporcionándoles los bienes de la salvación y de la vida divina. Se trata de una mediación única, que excluye cualquier otra mediación complementaria o paralela, aunque puede admitir mediaciones participadas o dependientes (cf. Redemptoris missio, 5).

Así pues, no se pueden admitir, además de Cristo, otras fuentes o caminos de salvación autónomos. Por consiguiente, en las grandes religiones, que la Iglesia considera con respeto y estima en la línea marcada por el Concilio Vaticano  II, los cristianos reconocen la presencia de elementos salvíficos, pero que actúan en dependencia del influjo de la gracia de Cristo. Esas religiones pueden así contribuir, en virtud de la acción misteriosa del Espíritu Santo, que “sopla donde quiere” (Jn 3, 8), a ayudar a los hombres en el camino hacia la felicidad eterna, pero esta función es igualmente fruto de la actividad redentora de Cristo. Por tanto, también en relación con las religiones, actúa misteriosamente Cristo Salvador, que en esta obra asocia a su Iglesia, constituida “como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (Lumen gentium, 1)»  (Juan Pablo II, catequesis en la Audiencia General del 4 de febrero de 1988).

 «"Fuera de la Iglesia no hay salvación". ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo: El santo Sínodo [...] basado en la sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el Bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (Conc. Vat. II: Const. Dogm. Lumen Gentium, 14)» (Catecismo de la Iglesia Católica, 846).

«Cristo, Redentor del mundo, es el único Mediador entre Dios y los hombres porque no hay bajo el cielo otro nombre por el que podamos ser salvados (cf. Hch 4, 12)» (Juan Pablo II, Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, 4)

◆«En Asia, donde está más acentuado el tema del encuentro del cristianismo con las antiguas culturas y religiones locales» hay «un gran desafío para la evangelización, dado que sistemas religiosos como el budismo o el hinduismo se presentan con un claro carácter soteriológico. Existe pues la urgente necesidad (...)  [de que la Iglesia] ilustre y profundice la verdad sobre Cristo como único Mediador entre Dios y los hombres, y como único Redentor del mundo, distinguiéndolo bien de los fundadores de otras grandes religiones, en las cuales también se encuentran elementos de verdad» (Juan Pablo II, Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, 38).

«Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre  (cf. Hb 13, 8)» (Juan Pablo II, Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente, 38).

 «El perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy en peligro por teorías de tipo relativista, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio). En consecuencia, se retienen superadas, por ejemplo, verdades tales como el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo, la naturaleza de la fe cristiana con respecto a la creencia en las otra religiones, el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura, la unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret, la unidad entre la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo, la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo, la mediación salvífica universal de la Iglesia, la inseparabilidad —aun en la distinción— entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, la subsistencia en la Iglesia católica de la única Iglesia de Cristo» (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, 4).

 «Debe ser firmemente creído que la “Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia, y Él, inculcando con palabras concretas la necesidad del bautismo (cf. Mt 16, 16; Jn 3, 5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta” (Conc. Vat. II, Const. Dogm. Lumen Gentium, 14). Esta doctrina no se contrapone a la voluntad salvífica universal de Dios (cf. 1 Tim 2, 4); por lo tanto, “es necesario, pues, mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a esta misma salvación” (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Missio, 9)» (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, 20).

 «Con la venida de Jesucristo Salvador, Dios ha establecido la Iglesia para la salvación de todos los hombres (cf. Hech 17, 30-31). Esta verdad de fe no quita nada al hecho de que la Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo excluye esa mentalidad indiferentista marcada por un relativismo religioso que termina por pensar que 'una religión es tan buena como otra'” (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Missio, 36)»  (Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, 22).

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Decenas de textos más podrían alegarse. Pero no queremos alargar más esta entrada, que es meramente introductoria. La semana próxima publicaremos una reflexión al respecto.

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