miércoles, 2 de octubre de 2024

La naturaleza

Siglo V antes de Cristo. Los viajeros que volvían a Grecia traían noticias acerca de las fantásticas y extrañas costumbres de los pueblos vecinos. Por ejemplo, las jóvenes escitas se cortaban un pecho, cosa que no hacían las griegas. «Pero los griegos no se contentaron con encontrar esas costumbres sencillamente absurdas, despreciables o primitivas, sino que algunos de ellos, los filósofos, comenzaron a buscar una medida o regla con la que medir los distintos modos de vivir y los distintos comportamientos», para descubrir si unos eran mejores que otros. «A esa norma o regla la llamaron "fisis", naturaleza» ¹.

Si hiciéramos lo que hicieron los filósofos griegos y le preguntáramos a la naturaleza, ¡cuánto podríamos aprender de ella! 

Aprenderíamos, por ejemplo, el valor de la vida, cómo se relacionan los sexos para la preservación de las especies, y que las cosas son lo que son y no lo que uno quiere que sean. 

Mirar a la naturaleza nos libra de la opresión de las ideologías que dicen exactamente lo contrario: que no toda vida vale, que  no hay sexo sino "género", y que las cosas son como yo las percibo o como yo quiero que sean...

Ya lo dijo el Señor: Aprendan  de los  lirios del campo, miren a los pájaros del cielo.

El problema es que la mirada actual sobre la naturaleza (desde el ecologismo hasta su hijo no reconocido, el veganismo) es torcida y mentirosa.

En la facultad, un alumno objetó una afirmación del profesor preguntando: "¿Y cómo sabemos cómo es Dios?". El docente respondió: "¿Querés saber cómo es Dios? Mirá la Naturaleza".



Al ver el cielo, obra de tus manos,

la luna y la estrellas que has creado:

¿qué es el hombre para que pienses en él,

el ser humano para que lo cuides?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y esplendor;

le diste dominio sobre la obra de tus manos,

todo lo pusiste bajo sus pies:

todos los rebaños y ganados,

y hasta los animales salvajes;

las aves del cielo, los peces del mar

y cuanto surca los senderos de las aguas.

¡Señor, nuestro Dios,

qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

(Salmo 8, 4-10)


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¹ Robert Spaemann, "Ética: Cuestiones fundamentales"

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