La famosa frase "Pinta tu aldea y pintarás el mundo" se atribuye al gran novelista ruso León Tolstoi. Podemos aplicarla al ámbito eclesial: "Pinta tu parroquia y pintarás la Iglesia".
En lo que concierne a la Liturgia, en términos generales, la situación actual de nuestras parroquias es deprimente. Lo hemos señalado en muchas oportunidades. Como para muestra basta un botón, ahora que estamos por comenzar el Adviento, contaremos lo que vimos en una parroquia argentina en la Misa de Nochebuena de 2022.
El guión estaba titulado "Vigilia de Navidad", pero era obvio, por las introducciones de las lecturas, que se refería a la llamada Misa de la Noche. Quien confeccionó el guión, evidentemente, no sabía la diferencia. Lamentablemente, el sacerdote que presidía la concelebración también incurrió dos veces en la misma confusión. La Misa de Nochebuena NO ES la Misa de la Vigilia de Navidad.
El tenor del guión, en varios, parecía más bien propio del Adviento. Por ejemplo, la súplica de la Oración Universal era "Señor, te esperamos con alegría" (!).
La introducción a la Presentación de las Ofrendas se dirigía a Dios en segunda persona ("Señor, nuestras ofrendas son muy humildes...", y terminaba afirmando que "pronto se van a convertir en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo muy amado que está por nacer". Nuevamente, el autor del guión creía que estábamos en Adviento o en una "vigilia", y no ya en la Misa de la Noche de la Solemnidad de la Natividad del Señor.
Los cantos fueron deplorables, con sólo dos honrosas excepciones: el hermoso Salmo Responsorial del día, cantado a cappella, y un fragmento de Noche de Paz al final de la Comunión.
Por ejemplo, la celebración comenzó con el inadecuado "Burrito sabanero" gritado, más que cantado, por un coro que se esforzaba en hacer que sus canciones se parecieran lo más posible a cánticos de barra brava. Es evidente, en la elección de los cantos, que no se tuvo en cuenta la centralidad del misterio del Nacimiento del Señor (¡hay tantos cantos hermosos y dignos que lo celebran con belleza!) sino sólo el aspecto periférico representado con burritos sabaneros y peces en el río. Por supuesto, en casi cada canción se invitaba verbalmente o con gestos a batir palmas...
Después de un insulso canto en el acto penitencial -que no está previsto en ningún lugar del Misal Romano, pero que se ha puesto de moda últimamente- uno supondría que seguiría el Gloria. Pero no. El coro cantó (gritó) "Gloria a Dios, gloria a Dios, gloria al Padre... gloria a Dios, gloria a Dios, gloria al Hijo... gloria a Dios, gloria a Dios, Espítitu Santo". ¿Es tan difícil advertir que el hecho de que una canción incluya la palabra "Gloria" no la convierte en el Gloria in excelsis del Ordinario de la Misa? ¿Es tan difícil notar que, justamente en Nochebuena, lo indicado es rezar o cantar como los ángeles en el pesebre, "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor"?
Las intenciones de la Oración de los Fieles eran paupérrimas.
Uno de los concelebrantes improvisó la parte que le tocaba decir de la Plegaria Eucarística. Tenía el librito con el texto en sus manos, pero ni siquiera lo abrió. Acerca de esta detestable, miserable y vergonzosa práctica hemos hablado abundantemente.
Al final llegó lo peor. Después de la bendición final, ¡¡el coro cantó el "Feliz cumpleaños" a Jesús!!
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