miércoles, 30 de marzo de 2022

Acerca de la fe

“Ambas iglesias [católica y evangélica] en Alemania -no siempre oficialmente, pero sí de hecho en la vida práctica- ya hace mucho tiempo han abandonado las doctrinas centrales de la fe. En el intento de evitar ofender a la gente y hacer que el acceso a la fe tan fácil como sea posible, una buena parte de esa doctrina ha sido lavada como con suavizante: Jesús, Hijo de Dios, se ha reducido a Jesús, un hombre ejemplar, como Buda y Gandhi; la resurrección de Cristo se ha reducido a una leyenda que no debe ser tomada literalmente, sino más bien en el sentido de que "el que tiene amor en su corazón nunca muere"; el mínimo común denominador de la predicación a menudo consiste en nada más que en una invitación a "sentirse bien",  aceptable para el mayor número posible de personas...  Paz en la tierra, más justicia para todos, ser menos egoísta...  cualquier  grupo de personas medianamente decentes puede estar de acuerdo en eso. Además, una apelación de la UNESCO o Greenpeace no suena muy diferente. ¿Por qué Dios habría de hacer la  diferencia?

Icono que representa al Emperador Constantino y los padres del Concilio de Nicea con el texto en griego del Símbolo niceno-constantinopolitano en su forma litúrgica (Wikipedia).


(...) La fe requiere una pizca de ingenuidad, la disposición a renunciar a tener el control,  abrirse a lo incomprensible. A tientas y con esperanza. No es de extrañar que muchos encuentren esto cada vez más difícil en un mundo que ha puesto  bajo  la reorganización industrial hasta los últimos dominios del ser: la sexualidad, el amor, el nacimiento, la muerte...  La tendencia es un control total, una completa autocracia  sobre la propia vida... Un caldo de cultivo más inhóspito para la fe es apenas concebible. Y, sin embargo, las propias iglesias han hecho su parte para destruir la piedad y la ingenuidad de la fe -o mejor: la inmediatez de la imaginería religiosa. La tormenta contra las formas tradicionales nació en la mente de muchos. Tal vez esto es el desarrollo más calamitoso de la teología moderna: el deseo de perder el contenido de las imágenes, para abstraer la fe y por lo tanto confiar en que  el hombre moderno puede lograr más con un concepto que con una imagen. Un delirio. Una fe sin imágenes es una ideología y una ideología se juzga en la mente de la persona y por el espíritu de los tiempos. Una imagen sigue siendo una imagen: desafía, fascina, irrita, es aceptada o rechazada -pero se proclama. El que destruye imágenes no deja nada del contenido. El que ya no quiere concebir a Dios como persona, sino como un ser abstracto, como una energía o fuerza, tal persona con ello perderá la fe.  Toda relación humana -y la fe es precisamente eso- requiere como contrapartida una persona viviente”.

Markus Günther

Fragmento de un artículo aparecido el 29 de diciembre de 2014 en el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung - Traducción del inglés propia con ayuda de Google y con algunas licencias.

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