miércoles, 8 de junio de 2022

Sacerdotes y laicos católicos... y su gran aporte a la ciencia (2 de 2)

Cerrando el hilo iniciado la semana pasada, hoy nos ocuparemos de cinco laicos católicos que hicieron importantes aportes a la ciencia. Como dice el doctor Ignacio del Villar, a quien seguimos en este tema, «a todos la fe les ayudó». 

En la entrevista publicada en Religión en Libertad, se lee:

―Usted ha estudiado en este libro a cinco científicos que eran también católicos devotos. ¿Qué aportaba su fe en su actividad científica?

Bueno, no todos tenían exactamente la misma devoción católica. El genetista Jérôme Lejeune, por ejemplo, está en proceso de beatificación. El químico Louis Pasteur, por el contrario, aunque siempre se confesó como católico y era un hombre de oración, se pasaba temporadas sin ir a Misa, aunque en la última etapa de su vida recuperó la práctica sacramental. Pero a todos la fe les sirvió de soporte para mejorar como personas y para trabajar e investigar con más ilusión.

Pasemos, pues, a los cinco científicos laicos, citando las palabras del doctor Del Villar Fernández.


Galileo Galilei



La condena a Galileo "es un arma que utilizan los detractores de la Iglesia para intentar mostrar la ciencia y la fe como enfrentadas por naturaleza. Pero la Iglesia siempre ha estado del lado de la ciencia apoyándola".

"En el caso Galileo la jerarquía se equivocó al hacerle abjurar de su idea de que la Tierra giraba alrededor del Sol porque contradecía las Escrituras. Pero Galileo también se equivocaba porque no tenía suficientes argumentos. De hecho uno de ellos era falso: él creía que las mareas indicaban que la Tierra giraba alrededor del Sol. Es decir, Galileo tampoco lo hizo todo perfecto. Y desde luego no le quemaron ni torturaron, como bastante gente cree".

"Además no se puede juzgar con los ojos de hoy. Cambiar el centro del mundo después de siglos y siglos suponía una revolución científica y también espiritual, pues se hacía necesario también reinterpretar la Biblia y ver que este libro no sirve para saber cómo es el cielo sino cómo ir al Cielo".


Alejandro Volta

Alejandro Volta "se crió en un entorno profundamente católico, la Lombardía de primera mitad del siglo XVIII. Sin embargo, no fue un fiel más. Se sabe que quiso ser sacerdote jesuita, aunque las circunstancias familiares lo impidieron. Además fue catequista. Por otra parte, aunque tuvo una juventud disipada y uno de sus contemporáneos confiesa de forma irónica que “Volta sabía mucho de la electricidad de las mujeres”, mantuvo durante toda su vida la costumbre de acudir a Misa y rezar el rosario. Asimismo, decoraba su casa y su calle para el paso de la procesión de Corpus Christi, e incluso se levantaba el sombrero como saludo ante una imagen de la Virgen que tenía sobre la puerta de su casa".

El famoso monstruo de Frankenstein "toma su origen en el hermoso debate científico que sostuvo Volta con otro grande del siglo XVIII, Luigi Galvani, también católico devoto. Este último, mientras cortaba un anca de rana con un bisturí, tocó a la vez el metal que le servía para sostener la extremidad del anfibio. En ese momento el anca de rana se contrajo. Parecía que el animal hubiera cobrado vida. Galvani confirmó este fenómeno con muchos experimentos y lo bautizó como electricidad animal. Un escritor de la época habla de que Galvani era capaz de resucitar animales. De ahí vino la idea de Frankenstein. Hoy se sabe que existen potenciales eléctricos en las células de los animales y las personas. Galvani había fundado nada menos que la electrofisiología".


María Gaetana Agnesi

"Esta matemática de Milán estuvo muy ligada a la Ilustración católica. Este movimiento de renovación dentro de la Iglesia se caracterizó por un especial interés en que la mujer se formase. Así, en el siglo XVIII se pueden encontrar otras mujeres como la física Laura Bassi, la escritora Francesca Manzoni, la pintora Rosalba Carriera, o la poetisa Luisa Bergagli. Maria Gaetana Agnesi se formó con los mejores profesores de la época gracias al apoyo de su padre".

"Escribió 'Instituzioni Analitiche ad uso della gioventù italiana', el primer libro completo de cálculo, que arrancó aplausos en toda Europa. La Real Academia de Ciencias de París afirmó: “Es el tratado más completo, el mejor que se ha hecho en este género”. Y el Papa Benedicto XIV le regaló una corona de piedras preciosas atada con oro, a la vez que apoyó que le concedieran la cátedra de Matemáticas en la Universidad de Bolonia". 


Luis Pasteur

"En lo que atañe a su espiritualidad, Pasteur experimentó a lo largo de su existencia altos y bajos, lo que ha generado un intenso debate entre sus biógrafos. Algunos han exagerado su condición de católico con frases que no afirmó como: “Todos mis estudios me han llevado a tener la fe de un paisano bretón”, mientras que otros defienden tesis con escaso rigor como que era panteísta. Ni lo uno ni lo otro".

"Pasteur recibió la fe de su familia pero tuvo una crisis en su juventud, motivada por un escándalo de deudas que tuvo el capellán de su colegio. Este desengaño le alejó de la práctica sacramental. Sin embargo, Pasteur mantuvo su corazón de católico: rezaba a menudo, educó cristianamente a todos sus hijos, mantenía una estrecha amistad con un gran predicador de la época, el padre Didon, y se casó con una terciaria dominica. Ella fue una de las grandes artífices del acercamiento del genio a Dios. Así, el terreno estaba sembrado para que en el último periodo de su vida Louis Pasteur se interesase ya solo por el evangelio y las vidas de santos".


Jérôme Lejeune


"Lejeune es una de las figuras más importantes del siglo XX. No se trata sólo de que descubrió el cromosoma de más en los individuos con síndrome de Down; es que además tuvo un papel muy relevante en la política internacional. Su presencia en Moscú resultó vital para pacificar los ánimos del régimen soviético durante una gravísima crisis nuclear que aconteció en los años ochenta.

Además, Lejeune representó un importante papel en favor de los derechos del no nacido. Con su capacidad de palabra y su aplomo hacía rabiar a sus adversarios proabortistas en los debates televisivos. Por este motivo llegó a ser agredido verbal y hasta físicamente, pero eso no desanimó a este incansable hombre que nos dejó como regalo la Fundación Lejeune, comprometida especialmente con los síndrome de Down.

Lejeune era un genio en el campo de la ciencia y un hombre de profundas convicciones cristianas que sabía qué es y qué no es lícito. Y a la larga hacer las cosas de forma ética ayuda a progresar más". 


El libro “Ciencia y fe católica: de Galileo a Lejeune”, de  Ignacio Del Villar Fernández, está  disponible en Amazon en formato papel y digital (aquí).

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