miércoles, 3 de agosto de 2022

El nuevo oscurantismo

 EL NUEVO OSCURANTISMO


“Dios ha muerto”: en la segunda mitad del siglo XIX, Nietzsche anunció ese "acontecimiento" señalando que en la historia “nunca hubo un hecho más grande”. En el siglo siguiente, el estructuralismo se apresuró a sacar la conclusión obvia y forzosa de esa afirmación: si Dios ha muerto, “el hombre debe morir”. Para Foucault, por ejemplo, “reconforta y tranquiliza” el pensar que el hombre se está deshaciendo y “se halla a punto de desaparecer”.

“Cuando los  dioses mueren, mueren siempre de muchas especies de muerte”, afirma Nietzsche en Zaratustra. Del mismo modo, la “muerte” del hombre asume diversas formas; y, como la de Dios, puede ubicarse en el presente al mismo tiempo que en el futuro. 

Asistimos en nuestros días a una frenética aceleración del proceso de la muerte del hombre. Ese proceso se viene desplegando en Occidente en varios carriles paralelos. Por un lado, ciertamente, está la desaparición “física” que se produce por muchas causas, entre ellas el gravísimo descenso de las tasas de natalidad y la aceptación social del aborto, presentado como si tratara de un derecho y no como un crimen.  Pero el hombre muere también (¡y sobre todo!) cuando renuncia a usar su inteligencia para buscar la verdad, el bien y la belleza, ya que «genus humanum arte et ratione vivit». El hombre muere cuando resigna su rol esencial e intransferible de Rey y Señor de la creación;  cuando se conforma con ser uno más del montón entre todas las creaturas que existen sobre la tierra.

Como la muerte de Dios en la versión que presenta Nietzsche en La gaya ciencia, la muerte del hombre también tiene consecuencias. Una película de Disney nos ayudará a verlas.

Simba es totalmente inocente de la muerte de su padre, pero su malvado tío Scar le hace creer que Mufasa ha muerto por su culpa. Asustado, Simba huye, renuncia a su condición de rey, y se dedica a una vida despreocupada, sin hacerse problema por nada  y cantando “Hakuna Matata”. Pero mientras Simba está ausente, su reino sufre muerte y destrucción bajo la tiranía de los malvados.


Al hombre también le están haciendo creer que debe dejar su reino. Los nuevos Scar lo acusan de ser violento, de estorbar a los demás seres,  de ser “la especie en peligro de extinguirlo todo”. De ese modo, lo convencen de renunciar a su puesto. El hombre, sintiéndose culpable, sintiéndose inferior, se retira. 

¿Qué le espera al mundo sin su rey? Aunque la muerte del hombre, como la de Dios, es un acontecimiento actual y lejano al mismo tiempo, Disney y Nietzsche, cada uno a su manera, nos dan la misma pista para responder a esa pregunta. Los animales de “El Rey León” quedan sumidos en las tinieblas: las tierras que habían sido de Mufasa se transforman en un oscuro desierto. Por su parte, el hombre loco de Nietzsche, tras anunciar la muerte de Dios, anuncia que viene “noche, y más noche” y finalmente arroja al suelo su lámpara, que se rompe en mil pedazos. 

En efecto:  la “muerte del hombre” ─esperada, promovida y celebrada por los así autollamados “progresismos”─ es causa y preludio de un nuevo y letal oscurantismo. Sin su rey, el mundo se vuelve un lugar  tenebroso y estéril, porque si no brilla la luz de la inteligencia y el amor, entonces no pueden apreciarse la verdad, el bien y la belleza. 

Sin el hombre, en efecto, desaparecen (como ya lo están haciendo) la cultura, el arte, el espíritu, la libertad, la fe, la ética. Se esfuma el “mundo abierto” propio del ser humano  y sólo pervive el “mundo cerrado”, es decir, oscuro, de “los reinos de la naturaleza”, como ya lo intuyó Max Scheler.

Como todo oscurantismo, el que se produce por la “disolución” del hombre encierra una profunda ignorancia. Pero en este caso se trata de una ignorancia culpable y perversa, y también de una estupidez autodestructiva. Los carteles que fotografiamos por las calles de Buenos Aires, que ilustran esta entrada, dan cuenta de esas dos notas del oscurantismo hodierno. Llamar “personas” a los demás animales o invitar al género humano al suicidio no es sólo ignorante y estúpido: es criminal, malévolo y deletéreo. Es oscurantista en todo el sentido del término.


Pintada en Honduras y Cnel. Díaz (julio de 2022)


Cuando en el reino de Simba las cosas llegan a un punto de insostenible destrucción, su padre se le aparece y le reprocha: “Eres más de lo que eres ahora”. Y enseguida lo  exhorta con estas palabras:  “Recuerda quién eres: eres mi hijo y el único rey verdadero”. Entonces Simba recapacita, se da cuenta de que sólo con su presencia el reino volverá a ser fecundo, y regresa para enfrentarse a Scar y sacar a la luz la verdad. En la lucha final, su malvado tío  hace un último y significativo intento por salvar el pellejo, diciéndole: “¡La verdad es tan relativa!”. Pero Simba lo derrota y vuelve a ocupar el lugar que le corresponde en el ciclo de la vida”, lugar que nunca debió haber abandonado. Así todo vuelve a su cauce normal.



¿Hará el hombre lo mismo? ¿Advertirá que es “el único rey verdadero” y volverá a ocupar su lugar? ¿Descubrirá que es falsa la insidia de los nuevos Scar, “¡la verdad es tan relativa!”?

Un fragmento de otra película de Disney nos da esperanzas. En una canción que no formó parte de la versión final de “La Bella y la Bestia”, los personajes del castillo, víctimas del hechizo que los transformó en meros utensilios, suspiran por ser humanos otra vez:

"Ser humano otra vez, sólo humano otra vez, cuando el mundo no sea ya prisión (...) 

Ser humano otra vez,  sólo humano otra vez, cuando libres podamos vivir,  floreciendo otra vez,  renaciendo otra vez... volveremos a ser lo que fuimos ayer... ser humano por fin otra vez".


Hombre: “Recuerda quién eres”. No te dejes engañar por los Scar del oscurantismo moderno. Ten presente que sólo tú puedes proyectar sobre el mundo la luz de la verdad, el bien y la belleza. Ten presente que sólo tú puedes incluso llamar “mundo” al mundo, naturaleza a la naturaleza. Vuelve a ocupar tu lugar: tu reino es oscuro y estéril sin tu presencia.  Eres más de lo que te has vuelto. Eres el único rey verdadero. Y si, ensordecido por las sirenas del autodenominado ”progresismo”, huiste de tu reino y te rebajaste a una dignidad inferior a la que te corresponde, ¡vuelve!: el universo entero está pendiente de tu decisión de ser humano por fin otra vez.



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