El diccionario de la Real Academia Española, en la entrada "misa", menciona varios tipos o modalidades: cantada, gregoriana, votiva, pontifical... y un largo etcétera. Pero desde hace unos días la República Argentina tiene el triste provilegio de haber agregado un adjetivo a esa lista: misa "kirchnerista".
Difícilmente un argentino ignore a qué nos estamos refiriendo: el Arzobispo de Mercedes-Luján se prestó -y prestó el mayor y más importante templo del país- para una misa a la que asistieron los principales líderes de la facción política actualmente gobernante y que terminó siendo, como era obviamente esperable, un acto burdamente partidario. El mismo prelado reconoció tardíamente su error: "Metí la pata", dijo antes de la bendición final.
Un par de observaciones litúrgicas:
-El arzobispo celebró con palio, como si se tratara de una gran solemnidad o de una Misa Estacional (cfr. Caeremoniale Episcoporum, 62, 119, 120).
-Usó un inapropiado báculo en forma de cruz, quizás ignorando lo que surge de la enseñanza de la Suma Teológica (III, q. 90, a. 7, ad 8): el báculo episcopal tiene curvatura -a diferencia de la férula cruciforme papal- para indicar la "potestad coartada o restringida" que tienen los obispos.
-En el saludo incial deseó que "el amor de Dios y de la Virgen esté con todas y todos ustedes": uso innecesario pero política e ideológicamente sugestivo.
-En la bendición final, en cambio, usó la expresión "El Señor está con ustedes", que no sólo es litúrgicamente incorrecta sino gramaticalmente absurda, porque los buenos deseos se expresan en Modo Subjuntivo y no en Modo Indicativo.
-El diácono usó una estola que llevaba una imagen y una frase de Carlos Mugica. Más allá de la opinión que se tenga acerca de la acción de ese sacerdote en los años 70, es obvio que no corresponde que su efigie aparezca en un ornamento litúrgico. Si la idea era resaltar el concepto "dar la vida", ¿nadie pensó en poner en la estola... una cruz?
-El prelado -añadamos finalmente- no se privó de la habitual y cansadora verborrea de muchos celebrantes que añaden a cada momento comentarios de su cosecha, glosas sin sentido y fatigosas peroraciones.
Por cierto, cosas como estas, y aun peores, ocurren a diario en la mayor parte de las misas que se celebran en la Argentina. Pero la extraordinaria difusión que se sabía tendría esta celebración en Luján obligaba a sus organizadores a tener especial cuidado con su dignidad y a estar atentos a estos y otros detalles, según lo señala expresamente la Instrucción Eucharisticum Mysterium en su número 22 (el destacado es nuestro):
En los lugares donde se retransmite la misa por radio o televisión los ordinarios del lugar procurarán que, según el espíritu del número 20 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, no se turbe la oración y la participación de los fíeles. Dicha celebración se deberá realizar con tal prudencia y decoro que constituya un modelo de celebración del sagrado misterio, en conformidad con las leyes de la instauración litúrgica.
Mientras esto ocurría en el presbiterio, las cosas en la nave del templo no eran mejores. No sólo lo decimos nosotros: la prensa también lo señaló. Veamos, por ejemplo, lo de que decía el periódico mendocino MDZ:
“Lo que se vivió en la Basílica de Nuestra Señora de Luján estuvo muy lejos de una celebración tradicional. Una vez que terminaba el presbiterio, donde se encuentra el altar central, parecía también terminar la misa. Funcionarios y militantes parecían estar muy lejanos a lo que dictan las formas religiosas.Aunque algunos funcionarios, de los que ya se conoce su cercanía a las prácticas religiosas, se mantuvieron atentos a la celebración y con participación activa en la interlocución del sacerdote con la asamblea, otros parecían desconocer y hasta burlarse del credo. Entre ellos militantes ‘premium’ que podían estar cerca de los funcionarios, no parecían capaces ni de respetar las cabezas descubiertas dentro del templo, conocimiento general y que no requiere de una práctica asidua de la fe.Las charlas constantes en las filas de los asientos, los militantes que, al fondo de la Iglesia, salían y entraban del templo durante el rito, la desconexión total y la falta de respeto a los que sí estaban rezando, parecía ser la tónica principal del acto.Una celebración convocada por la Municipalidad de Luján quedó teñida por la polémica y generó reacciones muy negativas por parte de los fieles que siguieron la celebración a la distancia. Esta indignación aumentó al momento de la Comunión, una de las partes centrales del rito. Allí, los funcionarios se acercaron a comulgar, y, a pesar de sus cuestiones personales, que no pueden ser juzgadas, llamó la atención que varios no sabían ni cómo hacerlo”.
Más allá de estas observaciones, el problema de fondo es el que da título a esta entrada: la instrumentalización de la Liturgia. Que es más visible y chocante cuando tiene lugar por motivos políticos (los ejemplos lamentablemente abundan) pero que tampoco deja de ser preocupante cuando el motivo es aparentemente menos burdo. El actual pontífice, aunque quizás dirigiendo la mirada hacia otros ámbitos, lo decía hace poco en la Carta Apostólica Desiderio Desideravi el 29 de junio pasado: "Quisiera que la belleza de la celebración cristiana y de sus necesarias consecuencias en la vida de la Iglesia no se vieran desfiguradas por una comprensión superficial y reductiva de su valor o, peor aún, por su instrumentalización al servicio de alguna visión ideológica".
Hay, empero, formas más sutiles de instrumentalizar la Liturgia:
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Hace algunos meses hemos señalado una muy grave de ellas: la improvisación de la misa, que tenemos la desgracia de padecer con deplorable frecuencia. Se trata de una subclase específica dentro del grupo de las misas puestas al servicio del lucimiento del celebrante, que actúa como si fuera el conductor de un show televisivo.➧O la misa degradada al nivel de programa infantil berreta, con curas disfrazados de payasos, globos, serpentinas y títeres.➧O las misas de difuntos en que, se actúa de modo contrario a lo mandado en la Ordenación General del Misal Romano: "se evitará cualquier género de panegírico".➧O las celebraciones dominicales en que se da más espacio a fiestas mundanas (el Día del Trabajo, el inicio de la Primavera...) o a devociones menores que al Día del Señor.➧O cuando se ignora la precedencia de las celebraciones litúrgicas por capricho del ministro o para satisfacer a tal o cual grupo de personas.
➧O los matrimonios en que se ejecuta música de series o películas para dejar contentos a los novios.
Como vemos en el collage sobre estas líneas, los medios se ocuparon de difundir abundantemente el malestar que causó en laicos y clérigos la misa partidaria celebrada en Luján. Se trató, coincidimos, de un hecho vergonzoso y que, más allá de los dos obispos presentes, compromete aun mas a una ya desprestigiada Iglesia argentina. Pero la instrumentalización de la Liturgia es un mal mucho más extendido, y es nuestro deber, al menos, señalarlo con energía.
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