La semana pasada nos referimos a una "advertencia profética" de Vladimir Soloiev, aludida por el cardenal Biffi en su predicación de Cuaresma al Papa y a la Curia Romana en 2007. El autor ruso aborda esa cuestión en su libro "Los tres dialogos y el relato del Anticristo".
Hemos hallado en la Red una reseña a esa obra, que toma como referencia la edición publicada en Barcelona por Editorial Balmes en 1999. La nota pertenece a Marcela García Romero, de la Universidad de Navarra, y fue publicada en Tópicos, Revista de Filosofía de la Universidad Panamericana.
La predicación del Anticristo, de Lucas Signorelli |
"Entre
los pocos creyentes espiritualistas de la época despuntaba un hombre muy notable, algunos lo definían
como superhombre... gozaba de una vasta fama como pensador, escritor y filántropo.
Sentía dentro de sí una gran fuerza espiritual... pero al mismo tiempo solo se
amaba a sí mismo. Creía en Dios, pero, de forma involuntaria e inadvertida, en
la profundidad de su alma se prefería a sí mismo" (p. 163).
(…)
"Yo estoy llamado a ser el bienhechor de
esta humanidad en parte enmendada, en parte incorregible. Yo daré a todos los
hombres aquello que necesitan. Cristo fue un moralista que dividió a los
hombres según el bien y el mal, pero yo los uniré con beneficios que son
necesarios tanto para los buenos como para los malos" (p. 164).
Convencido de ser un elegido de Dios, espera su llamada para renovar la humanidad, y cuando esta no llega, empieza a dudar y a pensar que quizás era el Galileo el verdadero Mesías. Esto le despierta miedo y finalmente odio por Dios y su Elegido, y se rebela contra ellos. En una visión, una voz metálica y sin vida le dice ser su padre, y añade significativamente: "Actúa en tu nombre, y no en el mío... No te exijo nada, pero te ayudaré por amor, por tu mérito, por tu excelencia, por el amor puro y desinteresado que tengo por ti" (p. 166). Iluminado por su nuevo padre, "el hombre del futuro" escribe una célebre obra: "'El camino abierto hacia la paz y la prosperidad universal'... que manifiesta una fuerza y un genio desconocidos hasta ese momento. Hay algo de omnicomprensivo, que concilia en sí todas las contradicciones. Un noble respeto por los antiguos símbolos y las tradiciones se funde con un vasto y audaz radicalismo en las cuestiones sociopolíticas, una ilimitada libertad de pensamiento con la más profunda comprensión de todo aquello que es místico, un individualismo absoluto con una dedicación ardiente al bien común, el idealismo más elevado en los principios con la precisión y la vitalidad en la solución de las cuestiones prácticas. Y todo esto unido a una genial habilidad que permite a cualquier pensador o a cualquier hombre de acción entender y aceptar todo el conjunto desde su propio y particular punto de vista, sin sacrificar nada de la verdad en sí misma, sin tener que pasar por encima de su propio yo, sin renunciar en la práctica en lo más mínimo a sus exclusivismos, sin tener que corregir ni las propias opiniones ni las propias aspiraciones, sin tener que colmar posibles lagunas" (p. 167).
La fama del superhombre se extendió rápidamente por el mundo entero. Ante la pregunta de algunos de por qué no se mencionaba nunca a Cristo en el libro, otros cristianos respondieron: "hoy en día un escritor profundamente religioso debe ser, como mínimo, prudente. Además, si el contenido del libro está impregnado del espíritu auténticamente cristiano del amor activo y del bien universal, ¿qué más queréis?" (p. 168).
Por su gran fama, y con el apoyo
de los masones, el autor del Camino abierto fue elegido presidente vitalicio de
la Unión Europea, y emperador romano. Entonces declaró: "¡Pueblos de la
Tierra! ¡Os doy mi paz!... Se ha inaugurado la paz universal y eterna;
cualquier intento de infringirla encontrará una oposición insuperable porque
ahora existe en la Tierra un poder central más fuerte que todos los otros
poderes, tomados singularmente o en conjunto" (p. 169). A la Unión Europea
se agregaron bajo su autoridad casi todos los pueblos del mundo, y tras una
breve campaña militar, el emperador sometió a los recalcitrantes, fundando una monarquía
universal. En su segundo año de reinado, proclamó: "¡Pueblos de la Tierra!
Os prometí la paz y os la he dado. Pero la paz sólo es buena para quienes viven
con bienestar y no da alegría a quien vive en la miseria. Venid pues a mí,
todos los que sufrís hambre y frio, y yo os saciaré y os calentaré... Gracias a
la concentración en sus manos de las finanzas universales... pudo realizar esta
reforma según el deseo de los pobres y sin descontentar gravemente a los
ricos... fue la instauración en toda la humanidad de la igualdad fundamental,
la igualdad de la saciedad universal" (p. 170). En su tercer año, tras dar
pan y para ofrecer circo a la humanidad, se une con un mago-obispo que realiza
grandes prodigios. Es aquí cuando algunos cristianos comienzan a sospechar
algo, y el emperador se adelanta a cualquier problema con ellos convocando un
Concilio Ecuménico en Jerusalén (...). A este Concilio
asisten las tres grandes confesiones cristianas con sus líderes, de nombre
significativo: los católicos con el Papa Pedro II, los ortodoxos con el starets
Juan y los protestantes con el profesor de teología Ernst Pauli. El emperador
ofrece darles aquello que más aprecian de su cristianismo: a los católicos la
autoridad espiritual, la vuelta a Roma del Papa, antes expulsado, con todas sus
prerrogativas; a los ortodoxos un museo de tradición litúrgica; y a los
protestantes un instituto de libre interpretación de la Escritura con
presupuesto millonario. La gran mayoría de los cristianos se unen al emperador
y lo aceptan como "verdadero señor y guía", mientras que solo unos
cuantos y los tres líderes permanecen en su lugar. El emperador les pregunta
que más pueden pedir, qué aprecian más entonces en su cristianismo. El starets
Juan responde por todos: "lo que más apreciamos en el cristianismo es el
mismo Cristo", y lo que pide al emperador es que confiese a Jesucristo,
Hijo de Dios. El emperador se controla para no hacer ver su gran odio, pero
Juan exclama "¡Hijitos, es el Anticristo!", siendo fulminado en el
acto por un rayo del mago. Pedro II se enfrenta al emperador y lo excomulga,
siendo fulminado por otro rayo. A partir de este momento, los eventos se
suceden a mayor velocidad y con menos detalle. Los pocos cristianos siguen a
Pauli al desierto, donde esperan la segunda venida de Jesús, mientras que los
otros bajo la influencia del emperador, eligen Papa al mago, y se instaura un
reino de engaño lleno de prodigios y milagros en todo el mundo. Algunos
cristianos se unen a los del desierto, y ahí la unión de las Iglesias
cristianas se realiza en un alto solitario, en el corazón de una noche oscura. (…)
Al leer el texto se percibe la clarividencia con que Soloviev presintió la dirección que tomaría la historia próxima, describiendo un mesianismo temporal vacío de sentido como el que arrasaría su propia patria. Pero aún más inquietante para nosotros, "superado" el siglo XX con sus totalitarismos, es la descripción que nos da de la "igualdad de la saciedad universal". Aquí la paz no la consigue la civilización de los bárbaros de la que habla "el Político", sino la universal sociedad de consumo, el estado de bienestar, la tolerancia pluralista. El Anticristo filántropo de Soloviev se presenta mucho más seductor que cualquier ideología totalitarista o excluyente. Es conciliador, sincrético, acepta y respeta a todos, incluso a la Iglesia, pero sin Cristo. Otros detalles del relato suenan ya caducos, pero esto ya lo advertía el mismo autor: "Para unir estos sucesos y hacer coherente el relato ha sido necesario añadir otros detalles, algunos fundados sobre consideraciones históricas, otros sugeridos por la imaginación... no les he querido dar, naturalmente, ningún significado serio y tengo derecho, creo, a esperar de mis 'críticos' un tratamiento análogo" (p. 20). Respecto al significado filosófico de los diálogos, primero hay que señalar la fuerte crítica a Tolstoi y su cristianismo sin Cristo y sin fe. Ante la concepción del cristianismo como conjunto de principios éticos, como doctrina, Soloviev resalta el hecho de que la fe es en una persona viva, Jesucristo, Hijo de Dios, y de ahí su defensa de la resurrección real que Tolstoi había negado rotundamente.
(...)
En sus primeras obras, Soloviev parecía sostener que la historia humana llevaba por sí misma a la venida del Reino, a la paz y al progreso universal. Ahora Soloviev ha debido enfrentarse a la realidad del mal, y ver que el progreso no tiene por qué coincidir con el bien, o mejor, que el fin y el sentido de la historia están fuera de ella. Como dice F. Rouleau, editor francés de Soloviev, el criterio para enfrentarse al mal deja de ser sólo el conocimiento y es ahora la caridad, la elección moral en que se juega nuestra vida.
(...)
En los diálogos aparecen las preocupaciones que Soloviev albergó toda su vida, pero en cierta manera, en ellos supera su antigua perspectiva. En primer lugar, su intento de alcanzar una visión integral, unitotal, de la realidad y del puesto del ser humano en ella, en oposición al racionalismo de la filosofía occidental. Parece que semejante deseo de "unitotalidad" es ahora puesto entre paréntesis frente al problema del mal, que introduce división y no unidad entre los hombres. El Anticristo de Soloviev se caracteriza precisamente por la falsa unidad que ofrece, más allá del bien y del mal.
(...)
En la última filosofía de Soloviev parece oponerse la ética como doctrina, representada por Tolstoi y sus principios morales pseudocristianos, pero meramente humanos, a una salvación netamente sobrenatural, distinta de cualquier realización terrena de la paz universal o de la anulación de la pobreza. Por eso, aunque su Anticristo realice obras "buenas", estas no lo son realmente, porque las realiza solo por amor propio, confiando solo en sí mismo, y sin referencia alguna a Dios. La mentira es la misma de siempre: seréis como dioses, no habrá otro Dios que vosotros. Del mismo modo, la perfecta síntesis de todas las contradicciones se muestra como un engaño, tanto más peligroso mientras más apariencia de bien reviste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario