Hace casi un año, dedicamos tres entradas a las figuras del cuervo y de la paloma en la Biblia y en la tradición de la Iglesia. Había allí una referencia al papa Francisco I, ya que en la Argentina a los seguidores del club de fútbol San Lorenzo se los llama popularmente "cuervos", y el pontífice porteño era uno de ellos.
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Casa de Isaac Fernández Blanco (Bs. Aires) (foto propia) |
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San León Magno en la iglesia Nuestra Señora del Consuelo (Bs. Aires) (foto propia) |
El nombre del nuevo pontífice nos mueve a dedicar una entrada al animal al que alude, también muy presente en las Escrituras así como en la literatura profana.
Entre los pueblos paganos de Europa, de África y de Asia, el león fue sido adoptado para representar los distintos atributos de la divinidad, tal como ellos la imaginaban. Así se daba, por ejemplo, entre los egipcios, los sirios, los tibetanos, como también entre los griegos (Cibeles conduce un carro tirado por leones) y los persas (en los cultos de Mitra).
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León persa realizado con cerámicos babilonios en la plaza República de Irán (Bs. Aires) (foto propia) |
En el mismo sentido de símbolos de la justicia se interpretaba la presencia de leones en el trono de Salomón, descripto en el Primer Libro de los Reyes (10, 18-20) (cfr. 2 Crón 9, 17-19):
El rey hizo, además, un gran trono de marfil, al que recubrió de oro fino. El trono tenía seis gradas, unas cabezas de toros en la parte posterior, y brazos a ambos lados del asiento; junto a los brazos había dos leones de pie, y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual.
De hecho, como símbolos de justicia, en muchas iglesias medievales románicas aparecen leones en la fachada (ver). Allí, "inter leones et coram populo", tenían lugar los juicios.
En el Antiguo Testamento, el león aparece muchas veces. Es célebre el pasaje en que el profeta Daniel está en el foso en medio de leones.
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Daniel con un león a sus pies Vitral en la Basílica de San Nicolás de Bari (Bs. Aires) (foto propia) |
Sansón bajó a Timná, y al llegar a las viñas de Timná, un cachorro de león le salió al paso rugiendo. El espíritu del Señor se apoderó de él, y Sansón, sin tener nada en la mano, despedazó al león como se despedaza un cabrito. Pero él no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. Luego bajó, conversó con la mujer y ella le gustó.Al cabo de un tiempo, Sansón volvió para casarse con ella. Se desvió del camino para ver el cadáver del león, y vio que en su cuerpo había un enjambre de abejas y un panal de miel. Lo recogió con su mano, y fue comiendo miel mientras caminaba. Cuando llegó adonde estaban su padre y su madre, les ofreció miel, y ellos comieron; pero no les dijo que la había sacado del cadáver del león.
Luego Sansón propone a los filisteos una adivinanza: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura», cuya respuesta ellos obtienen con malas artes: «¿Qué hay más dulce que la miel y más fuerte que el león?».
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San Marcos en la iglesia ortodoxa San Jorge (Bs. Aires) (foto propia) |
El león es también uno de los animales mencionados en la descripción de los "cuatro seres vivientes" que presenta el profeta Ezequiel (1, 5.10):
«En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres. En cuanto a la forma de sus rostros, los cuatro tenían un rostro de hombre, un rostro de león a la derecha, un rostro de toro a la izquierda, y un rostro de águila».
Sabemos que esta enumeración de animales se repite en el Apocalipsis (4, 7): «El primer Ser Viviente era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro humano; y el cuarto era semejante a un águila en pleno vuelo») y que los cuatro seres representan a los cuatro evangelistas; entre ellos el león es el emblema de San Marcos, a quien acompaña o simplemente sustituye.
Si nos mantenemos en el Antiguo Testamento, podemos leer en el libro de los Proverbios que «el león, el más fuerte entre los animales, no retrocede ante nada» (30, 30); por eso puede decirse que «el justo está seguro como un cachorro de león» (28,1).
De Saúl y Jonatán se dice en el Segundo Libro de Samuel que eran «más veloces que águilas, más fuertes que leones» (1, 23).
El profeta Isaías (31, 4) hace referencia al rugido del león: «Como gruñe el león o el cachorro de león sobre su presa, cuando se llama contra él a todos los pastores, sin dejarse intimidar por sus gritos ni amedrentarse por el tumulto, así el Señor de los ejércitos bajará a combatir sobre la montaña de Sión y su colina». Amós, que era pastor y en consecuencia sabía muy bien lo que podía significar oír el rugido de un león, también compara la voz de la fiera con la de Dios: «El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz» (1, 2). Y en Amós 3, 8: «El león ha rugido: ¿quién no temerá? El Señor ha hablado: ¿quién no profetizará?».
Entona una lamentación sobre los príncipes de Israel. Tú dirás: ¡Tu madre sí que era una leona en medio de los leones! Recostada entre los cachorros, amamantaba sus crías. A uno de sus cachorros lo enalteció y él se convirtió en un león: aprendió a desgarrar su presa, devoró a los hombres. Pero las naciones se concertaron contra él y quedó atrapado en su fosa: así lo llevaron con garfios a la tierra de Egipto. Al ver que nada podía esperar, que su esperanza estaba perdida, tomó a otro de sus cachorros e hizo de él un león. Él se paseaba entre los leones, convertido en un león: aprendió a desgarrar su presa, devoró a los hombres. Hizo estragos en sus palacios, devastó sus ciudades; la tierra y sus habitantes se espantaron por el fragor de sus rugidos. Las naciones marcharon contra él, desde las regiones circundantes: tendieron sus redes contra él, y quedó atrapado en su fosa. Lo encerraron con garfios en una jaula, lo llevaron al rey de Babilonia y lo pusieron en una fortaleza, para que no volviera a oírse su voz por las montañas de Israel.
León en la Galería Güemes (Bs. Aires) |
Por todo lo que hemos señalado, el león puede ser también vez símbolo de Cristo, que es llamado "León de Judá". La expresión proviene del libro del Génesis (49, 8-9): «A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, tomarás a tus enemigos por la nuca y los hijos de tu padre se postrarán ante ti. Judá es un cachorro de león, –¡Has vuelto de la matanza, hijo mío!– Se recuesta, se tiende como un león, como una leona: ¿quién lo hará levantar?».
Pero en el Apocalipsis la referencia es más explícita (5, 1-5):
Después vi en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un Ángel poderoso que proclamaba en alta voz: «¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?». Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de ella, era capaz de abrir el libro ni de leerlo. Y yo me puse a llorar porque nadie era digno de abrir el libro ni de leerlo.
Pero uno de los Ancianos me dijo: «No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos».
Pero no nos anticipemos: el simbolismo específicamente cristológico del león ocupará próximas partes de esta nota; la semana entrante publicaremos la segunda parte de esta serie.
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