miércoles, 9 de enero de 2019

¿Inseguridad?

En estos últimos años, los argentinos venimos siendo víctimas de una terrible ola de crímenes a mansalva: lo que -con algún eufemismo- se llama "inseguridad".

La gente está harta y se manifiesta frente a las comisarías para reclamar mayor seguridad.

Resulta conmovedor ver cómo la gente se moviliza por esta noble causa. Sin embargo, lamentablemente, el reclamo está mal encaminado. La solución al problema de la inseguridad no saldrá de ninguna comisaría ni de ninguna cárcel; no tiene que ver con la dureza de las leyes o con la fuerza de la represión; los agentes de la seguridad no son sólo los policías.

¿Nadie ve que el verdadero problema es mucho más profundo?

El reclamo debe ser dirigido a los legisladores que han votado y siguen votando leyes inicuas, que parecen encaminadas sistemáticamente a destruir la familia.

El reclamo debe ser dirigido al Ministerio de Educación, para que vuelva a dar a los colegios la autoridad y la autonomía para sancionar conductas, sin injerencias ajenas ni judicializaciones.


El reclamo debe ser dirigido a las autoridades nacionales para que disuelvan aquellas instituciones usadas como curiosas herramientas ideológicas, que inventan "discriminaciones" según le convenga a los poderosos y políticamente correctos, mientras hace la vista gorda demasiadas veces.

El reclamo debe ser dirigido a quienes fomentan el uso de alcohol entre los jóvenes, a quienes permiten o toleran el tráfico de drogas.

Podrá haber diez, cien, mil policías por habitante, pero no habrá solución a la inseguridad mientras la familia, la educación y la moral pública sigan siendo objeto de burla y mercancía de ideólogos baratos y violentos.


La causa de la "inseguridad" no es la falta de policías ni la "exclusión", aunque naturalmente ambas -y sobre toda esta última- sean malas e indeseables.

La causa de estos males es de orden moral; hay que buscarla en décadas de educación agnóstica, de "acción psicológica", de medios de comunicación cada vez más burdos y chabacanos, de padres ausentes, de relativismo moral...

Algunos miembros de la Iglesia, lamentablemente, contribuyeron -con sus enseñanzas confusas, relativistas, contrarias al Magisterio, conformistas...- a esta situación.

Y ahora nos lamentamos, nos rasgamos las vestiduras y lloramos sobre la leche derramada.


El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto

Así se expresaba Benedicto XVI en la carta relativa al levantamiento de las excomuniones a los cuatro obispos ordenados en 1988 sin mandato apostólico. La frase -que parece circunstancial en relación con el contenido de la carta- expresa una de las verdades más importantes de nuestro tiempo.

¿Nadie ve que el verdadero problema, que la raíz profunda del problema, es la ausencia de Dios? ¿Nadie advierte que esa es la raíz de todos nuestros males? Sigamos poniendo parches al problema de la inseguridad: mientras no vayamos a sus raíces profundas, no habrá solución.

1 comentario:

  1. La escalada del delito en nuestro país tampoco tiene como sustento central la pobreza o la miseria, como dicen algunos ideólogos.

    El problema principal está en la educación, como bien se indica en el artículo. Y especialmente en la educación de las virtudes, de los valores evangélicos, de la vida honrada y laboriosa, del amor a Dios y al prójimo.

    Ante el Bicentenario de nuestra Patria, resulta muy triste que casi nadie recuerde las raíces católicas de la Argentina. Hasta la propia Iglesia pareciera olvidarlas. Volvamos a esas fuentes y se reconstituirá el tejido social.

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