miércoles, 31 de julio de 2024

La paloma y el cuervo (3 de 3)

En esta última nota de la serie de Luis Holmes  dedicada al simbolismo de la  paloma y del cuervo en la iconografía cristiana, nos toca hoy compartir la parte dedicada al cuervo.




El cuervo

Al igual que la paloma, también el cuervo aparece en el relato bíblico del diluvio:

Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca. Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo con él en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Esta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas habían terminado de bajar. 

 

Antiguas obras de arte nos muestran frecuentemente a la paloma en el momento de llegar al arca de Noé, justo cuando el cuervo se aleja de ella para no regresar al arca. La paloma vuelve al arca, pero el cuervo desaparece: la fidelidad de la paloma hace de ella una mensajera de la renovación (la rama verde de olivo). 

Por su color y por su carácter, el cuervo es, en la simbología cristiana, la antítesis más conocida de la paloma: negro el primero, blanca la segunda.

En la literatura ascética, el cuervo representa al demonio mismo. 

Los maestros de la espiritualidad cristiana, como San Agustín, interpretaron su grito, vox corvina, mediante la onomatopeya ¡Cras, cras!  «Cras» es una palabra latina que significa «mañana». El ave, a causa de este graznido, se toma entonces por imagen del pecador negligente que deja siempre para mañana su conversión y finalmente acaba en la impenitencia final. 

Otros maestros hicieron del cuervo la imagen del pagano, del infiel, del renegado, del impúdico, porque se alimenta de carnes sucias. 


El "lado bueno" del cuervo

En la Biblia, además de su presencia al final del Diluvio, los cuervos apareces varias veces más. A veces, con un rol benéfico, como cuando alimentan a Elías:

La palabra del Señor le llegó en estos términos: «Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento». Él partió y obró según la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente. 

 

Más tarde,  el cuervo se convirtió en emblema de San Benito e imagen de sus monjes, mientras que la paloma representa a su hermana, Santa Escolástica, y a las monjas benedictinas. 

Imagen de San Benito con el cuervo a sus pies
en la iglesia del Dulcísimo Nombre de Jesús
(foto propia)


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