miércoles, 20 de septiembre de 2023

Bendición para recibir la primavera

Un modesto manejo del idioma francés nos permite, de tanto en tanto, leer algún articulo en el sitio Liturgie et Sacrements, del Servicio Nacional de Pastoral Litúrgica y Sacramental de la Conferencia Episcopal de Francia.  En el apartado "Bendiciones para recibir las estaciones" encontramos sendos formularios correspondientes a las cuatro estaciones del año, con celebraciones apropiadas para alabar y bendecir a Dios al comienzo de cada una de ellas.

Lejos estamos de compartir cierta perspectiva "ecologista" o "pachamámica" que a veces parece surgir en la Iglesia como si su misión fuera cuidar del planeta. Pero  la tradición eclesial, por ejemplo en la antiquísima institución de las Cuatro Témporas,  estipula que haya ciertos días de acción de gracias y de petición, normalmente vinculados con las diversas estaciones del año, la siembra y la cosecha.  En las Témporas se reunía la comunidad para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres. Lamentablemente, en la Argentina hace mucho que no existen en la práctica las Cuatro Témporas.




En ese marco es que tradujimos (y adaptamos en varios puntos) las "Bendiciones para recibir las estaciones".  En este caso, obviamente, compartiremos la Bendición de la Primavera.




Introducción general

Las bendiciones que pronunciamos son la manifestación de la bendición original de Dios sobre la humanidad: «Él nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo» (Ef 1, 3). Es por eso que nosotros, por nuestra parte, lo bendecimos a Él: ¡Bendito sea Dios! 

Se trata, por tanto, a través de estas bendiciones de las estaciones, de dar gracias a Dios por los dones que nos da en el ciclo de los diversos momentos del año,  mientras nos abrimos al camino espiritual que de ellos resulta.

La familia parece ser el lugar ideal donde entran en juego estas bendiciones; asimismo las parroquias. También la catequesis puede hacerlo, aprovechando para que los niños puedan reconectarse con la Creación.  

Para cada una de las estaciones, dependiendo de las circunstancias, se puede ir al campo, a un jardín, o traer a la propia vivienda algunos elementos de la naturaleza  relacionados con la estación de que se trate (ramas, hojas secas, bayas silvestres, hongos, piedras, líquenes, espigas, flores silvestres, etcétera),  colocándolos en el lugar reservado para la oración, junto con una imagen de Cristo o de su Madre.

Se adjuntan sugerencias de oración a continuación. Los presentes se distribuirán las diferentes intervenciones: dirigir la oración, leer la palabra de Dios, decir las intenciones de oración, etcétera. (...)


Primavera


Introducción :

Mientras  la naturaleza desborda de nueva vida,

aquí estamos reunidos para orar,

en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R/ Amén.

Ante la exuberancia de la naturaleza que hace abrir los capullos de las flores, estamos invitados a bendecir a nuestro Padre, creador de todo bien. Alegrémonos por la abundancia de los dones que nos da; démosle gracias por la naturaleza que despierta a la vida y nos conduce a la alegría de tener a Dios como Creador y Salvador. Que nuestra oración de hoy nos abra a la vida que Dios, en Jesucristo, derrama en nuestros corazones para que seamos portadores de alegría y esperanza en el mundo.

Se puede cantar un canto adecuado, o bien aclamar al Señor con el Cántico a continuación.


1) Cántico de los tres jóvenes (Dn 3,57-88.56):

Toda la creación alabe al Señor.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;

cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;

ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;

astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;

fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;

témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;

noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,

ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;

cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;

mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;

aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

 




Lectura de la Palabra de Dios :


Del libro del profeta Isaías (35, 1-7)

¡Regocíjese el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa!

¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.

Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: «¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos!».

Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.


Salmo Responsorial (103)

R/ Canta, alma mía; canta para tu Dios.


Bendice, alma mía, al Señor:

¡Qué grande eres, Señor y Dios mío!

Te vistes de grandeza y hermosura,

te cubres con el manto de la luz


Tú extendiste el cielo como un toldo

y construiste tu mansión sobre las aguas.

Las nubes te sirven de carruaje

y avanzas en alas del viento.


Usas como mensajeros a los vientos,

y a los relámpagos, como ministros.

Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:

¡no se moverá jamás!


Haces brotar fuentes en los valles,

y corren sus aguas por las quebradas.

Allí beben los animales del campo,

los asnos salvajes apagan su sed.


Las aves del cielo habitan junto a ellas

y hacen oír su canto entre las ramas.

Desde lo alto riegas las montañas,

y la tierra se sacia con el fruto de tus obras.


Haces brotar la hierba para el ganado

y las plantas que el hombre cultiva,

para sacar de la tierra el pan

y el vino que alegra el corazón del hombre,


Se llenan de savia los árboles del Señor,

los cedros del Líbano que él plantó;

allí ponen su nido los pájaros,

la cigüeña tiene su casa en los abetos;

los altos peñascos son para las cabras,

y en las rocas se refugian los erizos.


¡Qué variadas son tus obras, Señor!

¡Todo lo hiciste con sabiduría,

la tierra está llena de tus criaturas!

¡Gloria al Señor para siempre,

alégrese el Señor por sus obras!


Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya (Bs. Aires)
(foto propia)

Del Evangelio de San Mateo (6, 26-33)

En aquel tiempo, dijo Jesús:

Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?

¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?

¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.

Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.

Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?».

Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.

Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.


Oración de intercesión:

Con alegría, dirijámonos a nuestro Padre que nos reveló el misterio de su bondad en Jesucristo, su Hijo amado.

R/ Que tu nueva vida crezca en nuestros corazones, Señor.

■ En la mañana del mundo, hiciste brotar la vida:

- haznos testigos de tu amor en medio de los hombres.

En la mañana del mundo, hiciste resplandecer tu gloria:

- concédenos hacer todo lo posible para preservar la creación que nos has confiado.

■ En la mañana del mundo, pusiste al hombre en el corazón de tu creación:

- enséñanos a respetar a cada uno de tus hijos para que vivan en paz y con dignidad.

■ En la mañana de este mundo, multiplicaste los signos de tu bondad:

- abre nuestros ojos para reconocer tu obra en el mundo y en nuestros hermanos.

Padre nuestro...



 


Oración de bendición:

Mientras nuestros ojos contemplan

el esplendor de tu creación, Padre,

venimos a darte gracias.

Tú no detienes el trabajo de tus manos

y todo lo que vemos da testimonio de tu providencia.

Padre lleno de sabiduría, te bendecimos.

Que la generosidad gratuita de la naturaleza

nos enseñe a darnos libremente

al servicio de nuestros hermanos los hombres.

Te lo pedimos por Jesucristo,

venido a traer la vida nueva del Reino a este mundo.

Amén.


Tras un tiempo de silencio, se puede entonar un estribillo antes de abandonar el lugar de la bendición.

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