miércoles, 4 de octubre de 2023

La misa "en desagravio" al papa (¿o misa "en contra de"?) y "la mundanidad del diablo"

Hace pocos días tuvo lugar una misa organizada y celebrada por "los curas de las villas y barrios populares de Capital y Gran Buenos Aires"  en desagravio al papa Francisco I por palabras ofensivas pronunciadas varios años antes por un político argentino, actual candidato a Presidente de la Nación, quien después de las elecciones primarias de este año habló también en contra de la "justicia social".

La "estética" y la "escenografía" de la misa hicieron recordar a la tristemente recordada "misa kirchnerista" celebrada hace algunos meses en Luján, más propias de un mitín político que de la renovación del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz.  Las palabras del más célebre de los "curas villeros" en la "homilía" y las de algunos de sus colegas, así como las que los guías pronunciaban por micrófono, se parecieron demasiado a arengas políticas o a los gritos del conductor de un show de entretenimientos.  

Por otro lado, el hecho de que la ofensa haya sido proferida tiempo atrás,  pero sólo fuera respondida ahora, se debe de modo inequívoco al actual proceso electoral argentino, lo cual ubica a la misa en un obvio y lamentable lugar de "operación política" en contra de uno de los candidatos, en plena campaña electoral. La presencia de funcionarios del gobierno en la misa y la inmediata reunión del candidato oficialista con los "curas villeros" ratifica esa triste sensación. Esto es independiente de la opinión personal que se tenga respecto de la actual situación política argentina; de hecho, aunque se puede estar de acuerdo con algunos de los criterios enunciados en la "misa en desagravio",  no creemos prudente ni lícito expresarlos en esa ocasión por boca de  quienes deben ser pastores de todo el Pueblo de Dios.

Titular de MendozaOnLine

La "homilía" (pese a que estaban presentes tres Sucesores de los Apóstoles) fue pronunciada por el más famoso de los "curas villeros". En ella no hubo referencia alguna a la Palabra de Dios proclamada; al pasar se  mencionó una vez el nombre de Jesús,  sin contar cuando, de modo circunstancial, se profirió el nombre de los "Hogares de Cristo".


En una gran pantalla que estaba ubicada detrás del altar se proyectaban diversos avisos y propagandas.

Durante la misa (concretamente después de la comunión) se propalaron por el micrófono "adhesiones" que incluían claras intencionalidades políticas, se dieron nombres de sindicalistas y funcionarios, se leyo un insólito mensaje de las Madres de Plaza de Mayo que aludía a la "hermosa relación" (sic) construida entre el papa y Hebe de Bonafini, y se mencionó al "partido piquetero". También fue invitado al altar (no se sabe a título de qué)  Adolfo Pérez Esquivel, presentado como "un padre del país", quien estuvo junto a los concelebrantes durante la Oración Poscomunión y la Bendición Final.

No recordamos "desagravios" similares o de tanto impacto mediático en ofensas tanto o más graves respecto, por ejemplo, de los  dos pontífices anteriores, ni cuando la Catedral de Buenos Aires fue atacada; ni siquiera en casos de blasfemias contra el Señor y su santísima Madre.

Terminada la misa, desde el mismo altar y vistiendo aún los ornamentos sagrados, varios "curas villeros" leyeron un comunicado de neto contenido político.  

Mucho más se podría decir del bochornoso espectáculo que, como queda claro, instrumentalizó la misa con claros fines políticos. No decimos que todos los curas y los obispos presentes hayan tenido esa intención, pero obviamente es lo que ocurrió. Y todo esto que afirmamos es independiente de la opinión que se tenga sobre el político cuestionado y sobre la labor -ciertamente meritoria en muchos aspectos- de los "curas villeros".

Pero concentrémonos en un par de detalles litúrgicos.


¿Alguien ve las velas que establece la OGMR?

Sobre el altar, o cerca de él, colóquese en todas las celebraciones por lo menos dos candeleros, o también cuatro o seis, especialmente si se trata de una Misa dominical o festiva de precepto (...) con sus velas encendidas

No hay velas, pero sobre la misma mesa del sacrificio (aunque fuera del mantel blanco que la cubre) pueden verse botellas de agua, jugo de naranja, un vaso, portarretratos con fotos, dos imágenes...  en dulce montón con vasos sagrados y vinajeras. Sobre el mantel blanco, de todos modos, hay varias cosas que no deberían estar allí.



Un detalle muy interesante son las estolas. Muchas de ellas carecen de todo símbolo cristiano y parecen más bien bufandas coloridas; otras llevan esas mismas bandas multicolores pero acompañadas por una discreta imagen de la Virgen o una cruz. De colores litúrgicos, ni hablar. Lamentablemente, algo bastante común en nuestras misas...


Pero la del "cura villero" que pronunció la homilía merece un párrafo aparte. Como se ve en las fotos, la estola tiene la imagen de un sacerdote asesinado en los años 70 por sus opciones políticas (que no es santo, ni beato ni venerable ni siervo de Dios). Además ¡¡el ornamento lleva el nombre del Padre Pepe!! ¿¡Por qué un sacerdote usaría una estola que lleva su propio nombre impreso??


Definición de la Real Academia Española de la Lengua

Las estolas de los obispos presentes, justo es decirlo, eran mucho más dignas.

 

Titular de Urgente24


Tanto el uso político de una Eucaristía (los medios captaron enseguida que se trataba de una misa "contra" alguien, como vemos en los titulares que a modo de ejemplo estamos mostrando) como el desprecio por la Liturgia son las dos caras de la misma moneda: una Iglesia que se mueve en el ámbito horizontal, que ha perdido casi totalmente el sentido de lo trascendente, que prefiere el show a la celebración solemne, que se ha mundanizado, que ha olvidado o dejado de lado su misión fundamental y se conforma con un asistencialismo social, con un ecologismo barato, con la promoción de una fraternidad universal sin Cristo, con la bendición de cualquier aberración políticamente correcta que aparezca por ahí.

Y como ello ocurre en todas partes, y cada vez más, debemos concluir que las palabras de la primera homilía del papa Francisco I en la Capilla Sixtina el 14 de marzo de 2013 eran, en realidad, su programa de gobierno:

Si no confesamos a Jesucristo (...) acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.

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