miércoles, 6 de marzo de 2024

La libertad de decir la verdad




Algunos dicen que las guerras futuras serán por el agua;  otros que por la información;  muchos afirman que por los recursos energéticos. Sin duda, habrá conflictos por todas estas cosas y por muchas más, y la maldad del hombre se encargará de inventar otras razones que aun no somos capaces de imaginar. 

Pero, sobre todo, el gran conflicto, la batalla crucial (antes de la última de las últimas, que comenzará cuando oigamos sonar trompetas en el cielo), no será por oxígeno, agua, fuego o petróleo, sino por la libertad de decir la verdad.

Chesterton lo dijo finamente:

There is one sin: to call a green leaf grey,

Whereat the sun in heaven shuddereth.

There is one blasphemy: for death to pray,

For God alone knoweth the praise of death.

There is one creed: ’neath no world-terror’s wing

Apples forget to grow on apple-trees.

There is one thing is needful—everything—

The rest is vanity of vanities.



Hay un solo pecado: decir que la hoja verde

es gris; de eso hasta el Sol en el cielo se estremece.

(...)

Existe un solo Credo: ninguna manzana olvida nunca

crecer sobre un manzano. 

Realidad hay una sola necesaria eternamente:

TODO, y el resto es vanidad

y por vanidad, perece.

Si queremos ser libres de poder decir la verdad y llamar las cosas por su nombre, tendremos que pelear. Y probablemente tendremos que morir. «Oí una voz que decía desde el cielo: Escribe: Dichosos los que mueren en el Señor» (Ap 14,13).


(Aquí la fuente de donde tomamos y adaptamos este texto)

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